Belleza y muerte

Belleza y muerte

Para quienes nos consideramos lectores adictos a la producción literaria de Umberto Eco, iniciados con El nombre de la rosa, alcanzando a llegar al Cementerio de Praga, se nos torna imposible saltar dos obras singulares que parecen ser el anverso y el reverso de una misma moneda. Me refiero a la Historia de la belleza, y a la Historia de la fealdad.

La Real Academia de la Lengua Española define la belleza como la propiedad de las cosas que nos hace amarlas, infundiendo en nosotros deleite espiritual. Ángel Lacalle en su Teoría literaria y breve historia del español, pone en boca de Santo Tomás de Aquino haber dicho que bellas son las cosas que vistas agradan.

Volviendo a Eco, éste nos dice que los conceptos de bello y de feo están relacionados con los distintos períodos históricos o las diferentes culturas. Umberto asegura que el principio de la belleza jamás ha sido absoluto ni inmutable. A través de pinturas y esculturas de varias épocas el lingüista italiano nos convence de la validez de su tesis; rostros y cuerpos tanto femeninos como masculinos son utilizados para hacer hincapié en la relatividad conceptual de lo bello.

La búsqueda obsesiva de una imagen corporal ideal para lucir bella hace que muchas damas se sometan a múltiples procedimientos quirúrgicos simultáneos. El objetivo principal es generalmente el de conseguir modificar su anatomía con el propósito de hacerlas más apetecibles a devoradores machos. Si me animo a escribir sobre el tema es porque entiendo que mucha gente no conoce el real y serio peligro al que son expuestas jóvenes en la flor de su vida y que desgraciadamente terminan sus días terrenales de forma brusca y trágica. Casi pierdo la cuenta por lo numeroso de la casuística, de las muertes súbitas en pacientes sometidas a cirugías estéticas y cuyos cadáveres al momento de la autopsia revelan coágulos mortales que se forman dentro de las venas de las piernas. Los llamados trombos se desprenden del interior de dichas venas y luego viajan por el torrente sanguíneo hasta llegar al lado derecho del corazón. De allí penetran a las arterias pulmonares provocando un mortal trombo-embolismo pulmonar. Otras fallecen durante la anestesia y algunas por complicaciones de la operación en sí.

¿Saben las candidatas a implantes mamarios, liposucción, arreglos faciales y otras modalidades plásticas acerca de los riesgos a que se exponen cuando optan por realizarse esos combos quirúrgicos? Probablemente sean informadas a medias, en tanto que resulten más persuadidas por los casos en donde las operaciones han sido exitosas.

La presión social, las redes informáticas y los entornos culturales contribuyen a que muchas mujeres deseen con vehemencia cambiar la fisonomía de su cuerpo por modelos impuestos a través de una propaganda hábilmente elaborada. Modificar las tendencias en una sociedad de consumo es moverse contra corriente; sin embargo, algo hay que hacer a fin reducir las cifras de muertes evitables secundarias a cirugías estéticas electivas.

¿Es posible cambiar la ecuación Belleza artificial y Muerte por la de Vida y Belleza natural? Estoy convencido de que ello es posible. El Colegio Médico y las sociedades especializadas, conjuntamente con el ente rector de la salud que es el Ministerio tienen mucho que aportar en tan loable tarea salvadora de vidas.

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