Belén se prepara para la Navidad con
incertidumbre por falta de turistas

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Esther Martín
Belén, 21 dic (EFE).- La ciudad cisjordana de Belén, cuna del cristianismo, se prepara un año más para recibir la Navidad con una población sumida en el pesimismo por la falta de peregrinos, pese a que Israel prevé la entrada de 18.000 entre los días 24 y 25 de diciembre.

La situación en los días previos a las celebraciones navideñas ha hecho cundir el desasosiego en numerosos vecinos de Belén, sobre todo entre los comerciantes y trabajadores del sector turístico local, del que dependen el 70 por ciento de la población.

El ministro israelí de Turismo, Itzhak Herzog, explicó esta semana que su país ha adoptado una serie de medidas para garantizar e impulsar el flujo de peregrinos hacia Belén y que en 2006 se podría incrementar la cifra de 270.000 turistas que el año pasado viajaron a esta ciudad desde la vecina Jerusalén.

Sin embargo y pese a que los adornos navideños ya son visibles en las tiendas, hoteles y en la Plaza del Pesebre, centro neurálgico de la ciudad y desde la cual se observa imponente la Basílica de la Natividad, los grupos de visitantes son escasos en comparación con años anteriores por estas fechas.

Nasser Al-Alawi, de 35 años y guía turístico acreditado por la Autoridad Nacional Palestina (ANP) confiesa a Efe que apenas hay reservas en los hoteles y que tiene serias dudas de que los peregrinos acudan en masa a la ciudad.

En un perfecto castellano, aprendido durante los seis años que estudió en España, Al-Alawi refiere que durante la jornada sólo dos turistas han visitado su tienda, un pequeño almacén de recuerdos hechos con madera de olivo de Belén y de la que viven seis familias.

«No creo que vaya a venir mucha gente porque la situación está fatal y la gente lo ve en la televisión, finalmente vendrán para la misa y se irán», explica rotundo, al referirse a la tradicional Misa del Gallo en la Iglesia de Santa Catalina, contigua a la Basílica de la Natividad.

Explica que a las tensiones que enfrentan estos días a las facciones palestinas en Gaza y Cisjordania, se suma el hecho de que los extranjeros consideran que la región es peligrosa y que el muro de separación construido por Israel cerca la ciudad.

El alcalde de la ciudad, Victor Batarseh, intenta tranquilizar al visitante extranjero y asegura que durante los festejos navideños «Belén estará en calma… no esperamos que se produzcan actos de violencia».

Pero revela que la situación que vive la ciudad y todo el distrito belenita en general no es muy halagüeña.

Matiza que Israel continúa la construcción del muro de separación que rodea Belén y la confiscación de terrenos palestinos, y que prosiguen las incursiones del Ejército israelí, lo que, sumado a los últimos enfrentamientos entre facciones rivales palestinas termina por espantar a los turistas.

Pese a que el municipio de Belén está gobernado por el movimiento islámico Hamás, por una tradición que procede de tiempos de Yaser Arafat, el intendente de la ciudad, como lo es Batarseh, es cristiano.

En esta ciudad donde la tradición sitúa el nacimiento de Jesús hace más de 2.000 años, la población cristiana mengua año tras año y hoy se calcula en unos 7.000, según el representante cristiano para Jerusalén del Parlamento palestino, Bernard Sabella.

Issa Giacaman, el patriarca de un taller de artículos de imaginería religiosa en madera y nácar situada frente a la «Gruta de la Leche», donde la tradición dice que a la Virgen María se le cayó una gota de leche, afirma que el porcentaje de cristianos en Tierra Santa ha descendido en un 90 por ciento en los últimos años.

La mayoría de los palestinos cristianos emigraron a comienzos de la Intifada de Al-Aksa en el año 2000 y muchos residen en la actualidad en países de Latinoamérica.

Este comerciante palestino, de confesión católica, comenta que la mayor parte de los cristianos de Belén son devotos de iglesias orientales y sobre la convivencia de esta minoría religiosa con sus vecinos musulmanes rehúsa hablar.

«En definitiva todos sufrimos con la situación porque aquí no viene nadie, hace ocho años tenía 15 empleados en mi taller, hoy a duras penas puedo pagar a cuatro», se lamenta. EFE

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