Beltrán se mantiene humilde

Beltrán se mantiene humilde

POR CARLOS ROSA ROSA
DEL NUEVO DÍA

Carlos Beltrán confiesa que es feliz viviendo en su pueblo natal, Manatí, cerca de su familia; yendo al colmado a comprar leche; desyerbando el pasto de su patio; y buscando a Dios todos los días con tal de no perder la sencillez que lo caracteriza, entre otras cosas. A poco más de un año de obtener uno de los premios materiales más grandes de su vida, el manatieño afirma que pocas cosas han variado en su manera de vivir. Su enfoque en la vida, dice él, es el mismo de antes de pactar un contrato de $119 millones que la organización de los Mets de Nueva York le extendió por un periodo de siete años.

«El dinero no cambia a nadie», dice el joven pelotero en una entrevista con El Nuevo Día en la terraza de su residencia en Manatí. «Y no creo que porque Dios me haya bendecido tanto, tenga que cambiar».

«Sigo haciendo las mismas cosas de antes. Salgo a comprar leche a la panadería cuando hace falta y voy a un pulguero si quiero algo… me gusta ir a donde sea. La gente se sorprende al verme por ahí, porque piensa que como genero tanto dinero, tengo a alguien que me hace las cosas y debo visitar otros sitios».

«Pero voy a donde sea, sin problemas. Son cosas que disfruto hacer y no voy a dejar de hacerlas».

Tampoco se abstiene de hacer labores de jardinería cuando requiere. «Si le digo que desyerbe el pasto, va y lo hace también», comenta su esposa Jessica Lugo, por su parte.

«Él sigue haciendo las mismas cosas y no hay razón para que cambie. Sí tenemos unas comodidades que antes no teníamos y gente que nos ayuda en algunas cosas, pero no hemos cambiado».

«Disfrutamos haciendo las mismas cosas juntos», agrega Lugo.

La sencillez es algo que Beltrán no quiere perder. Desea mantenerse humilde, accesible a la gente y sensible a las necesidades de los demás. Para él, esto es algo muy valioso. Son los principios que le inculcaron sus padres desde niño.

Por eso, hasta el momento, se ha negado a ceder a la tentación del ‘glamour’ y la fama que, normalmente, llegan a aquellos que, al igual que él, poseen una cuenta millonaria en su banco.

Seguramente, han tocado a las puertas de su corazón, mas él sostiene que ha procurado no darle espacio en su vida, al entender que eso no produce la verdadera felicidad.

¿Cómo lo ha logrado?

Su respuesta parece ser sencilla.

«Le oro a Dios todos los días para mantenerme humilde y no cambiar, y eso me ha ayudado. Todas mis decisiones las pongo en sus manos y, desde que lo he hecho, he visto cosas lindas en mi vida», dice el guardabosque central, quien hace cinco años le entregó su corazón al Señor.

«Ésa es mi oración todos los días», añade.

Beltrán se siente agradecido de todas las bendiciones que ha recibido en su vida y, por eso, desea ayudar a la niñez y la juventud de su pueblo a través de su Fundación, la cual lleva su nombre.

La visión de la Fundación es promover los estudios y el béisbol entre ellos.

«Le estamos dando forma a la Fundación. Ahora mismo vamos y ayudamos a donde nos llaman. Pero quiero enfocar la Fundación en el desarrollo del béisbol y en los estudios. Quiero construir un complejo de béisbol para desarrollarlos y mantenerlos lejos de la calle, y a la vez hacerles conciencia de que los estudios son importantes».

«No estudié en la universidad, pero tuve el privilegio de firmar y llegar hasta donde he llegado. Pero la realidad es que no todos tienen este privilegio. ¿Qué van a hacer con un cuarto año nada más? ¿Qué hubiera hecho yo?», comenta Beltrán, quien a la edad de 18 años firmó con los Reales de Kansas City por $300,000.

Este año, Beltrán, también en su plano personal, desea entrar a otra faceta de su vida: convertirse en padre por primera vez. «Jessica y yo hemos planificado todas las cosas desde el primer día que nos casamos (hace seis años). Y hemos planificado tener un hijo este año. Hace poco mi hermano tuvo un hijo y eso me entusiasmó», dice con alegría.

«Vamos a ver si Dios nos bendice», agrega el pelotero, quien este año también espera estrenar su nueva residencia en el barrio que lo vio crecer: Tierras Nuevas.

Además del béisbol, Beltrán tiene sus otros ‘hobbies’. Jugar billar en su residencia es uno de ellos. También gusta de los animales y de los carros antiguos.

En su marquesina, uno de sus cuatro vehículos es un Malibu de 1970. Otro viene en camino, dijo. «Es un Camaro del 78. Esto siempre me ha gustado. Se dio la oportunidad de tenerlos y los adquirí», dijo al momento que enseñaba el Malibu.

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