POR BUSTER OLNEY
De ESPN The Magazine
Steve Finley fue el primer oponente en detenerse y hacer contacto visual con Adrián Beltré luego que se anunciaran los peloteros para el Juego de Estrellas en julio y muchos otros siguieron, algunos conversando con el antesalista de los Dodgers mientras recogían sus pertenencias.

“Debiste estar en el Juego de Estrellas”, Finley dijo a Beltré, unas semanas antes de ser cambiado a los Dodgers. “Debiste estar ahí”.

Esas fueron palabras satisfactorias para Beltré, cuyo potencial siempre parecía superar su producción. Una vez fue un adolescente en las mayores que tuvo que aprender duras lecciones en el trabajo, y superar una apendicitis en el 2001. Siempre había enseñado algo, pero nunca había explotado por completo.

Pero en este, su verano 25, Beltré ha visto todo, convirtiéndose en el tipo de jugador alrededor del cual se fomentan franquicias. Su grandslam el martes fue su jonrón 40 de la temporada, convirtiéndolo en el primer jugador de las mayores en llegar a ese número esta temporada.

Está promediando .334 y tiene 94 empujadas, mientras la ofensiva de los Dodgers ha estado sobre sus hombros.

Cuarenta jonrones es “un número en el que no pensé en los últimos años”, dijo Beltré a Prensa Asociada. “Llegar a 30 y luego a 40 es un gran logro para mi. Con suerte podré pegar unos cuantos más y ayudar a que el equipo llegue a los playoffs”.

Beltré piensa que ha madurado emocionalmente: Su esposa Sandra y él tuvieron su primer cría, Cassandra, poco antes de los entrenamientos de primavera y siente que ha aprendido a dejar los malos turnos y juegos en el estadio. Mientras Beltré fue a los campamentos solo días después del nacimiento de Cassandra, “Sentí que iba a hacer las cosas necesarias para ser exitoso”.

Como ignorar los lanzamientos rompientes abajo y afuera y anticipar cómo los abridores y relevistas le trabajan noche por noche. En temporadas anteriores, se quejó de sus propias mecánicas y cuando se paraba en el box, se sentía emboscado por los lanzadores, particularmente al final de los juegos.

Se paraba en el plato sin darle mucha mente a cómo alguien como Tim Worrell o Brad Lidge le lanzarían y luego caía debajo del conteo rápidamente.

Con dos strikes, todos los scouts de avanzada y lanzadores conocían su debilidad: slider o curva, abajo y afuera.

Pero Tim Wallach, el coach de bateo de los Dodgers, enfatiza en la preparación mental antes de cada juego y cada turno al bate, discutiendo lo que los lanzadores contrarios podrían tratar de hacer en su contra.

En ese proceso, y gracias a su madurez, el gran hueco en el swing de Beltré se ha corregido.

El coach de la banca de los Dodgers, Jim Riggleman comparó la evolución de Beltré como bateador con la de Sammy Sosa: “Debe haber un sentimiento entre los lanzadores en la liga, diciendo ‘Oh, no, ha descifrado su falla’”.

Wallach dijo, “La mayoría de sus turnos al bate han sido en las mayores. Tiendo a pensar que si hubiera tenido más turnos en las menores, no habría necesitado tanto tiempo. Cuando uno llega y tiene problemas en las mayores, es duro. Los lanzadores encuentran los huecos. En las menores, ellos cometen errores, uno tiene éxito y gana confianza y la sensación de que le va bien. Eso puede haber frenado su desarrollo”.

Beltré tenía pocos meses después de haber cumplido 19 años cuando llegó a las mayores en 1998, y tuvo su primera temporada de 20 jonrones cuando tenía 21.

Su enfermedad en el 2001 y su inexperiencia lo retuvieron, pero ahora Beltré está caliente, jugando con una lesión en la pierna y encaminado a recibir un jugoso contrato. Será elegible para la agencia libre al finalizar esta temporada.

El día que se anunciaron los miembros del Juego de Estrellas, sin Beltré entre ellos, el dirigente de los Dodgers Jim Tracy le dio la noticia a su tercera base. No estuvo en el equipo, le dijo Tracy, pero “eres un estelar”.

Beltré le aseguró que no era gran cosa, que necesitaba descansar sus piernas. “Pero llegará el momento”, Beltré le dijo a Tracy, “en el que realmente quiera ir”.

Beltré probablemente tenga su oportunidad, una y otra vez.

Versión: Dionisio Soldevila Brea