Bendición nacional aérea por la Virgen de la Altagracia

Con una bendición nacional por aire, mar y tierra, llevando la imagen de la Virgen de la Altagracia a los pueblos y la eucaristía solemne en la Basílica de Higüey, se celebró ayer el Día de la protectora de los dominicanos, donde el obispo de esta diócesis, monseñor Jesús Castro Marte, oró y reflexionó por los tiempos difíciles que vive el país, “generados por la inflación, la violencia, la corrupción y sobre todo, por la pandemia del covid-19.

En la misa que contó con la presencia de la vicepresidenta de la República, Raquel Peña, en ausencia del presidente de la República, Luis Abinader (que se encuentra en la Feria de Turimo en España), y que contó con miles de devotos marianos, el obispo de La Altagracia declaró que aspiran a que el accionar de “nuestros políticos se corresponda con este fin –el bien común–, que se contemplen a sí mismos como servidores públicos e imiten el ejemplo de la virgen María, siempre humilde y obediente a la Palabra de Dios, sin ninguna vacilación como el rey Acaz”.

Retrató el cuadro del coronavirus, afirmando que muchas familias han perdido seres queridos, a lo que se suman el estrés, la ansiedad, la depresión, el insomnio, ocasionados por problemas de salud física y mental; el confinamiento, tener que cambiar los hábitos, así como debido a las presiones económicas.

Llamado a la atención

“La solución no está en quedarse encerrados, en las drogas y en el alcohol, sino en acudir a los pies de Jesús, que nos dice: “Vengan a mí los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré”.

Esta conmemoración coincide con la celebración de los 100 años de la coronación canónica de la Virgen y madre del redentor.

Castro Marte inició su reflexión reconociendo el júbilo, la fraternidad y la comunión que ha concitado la celebración del centenario de la coronación canónica de Nuestra Señora de La Altagracia.

Recordó el histórico 15 de agosto de 1922, cuando se efectuó la proclamación de María como la protectora del pueblo dominicano en la Puerta del Conde, y fue presentada como “signo de nuestra identidad y de la soberanía nacional”.

Este 2022 hace que la nación se regocije y la adore de manera especial. Entre las actividades de esta advocación incluyeron una misa en creole, para los haitianos y el desplazamiento de sacerdotes y diáconos que se desplazaron por todo el país en una jornada de oración, junto a consagrados a la Iglesia Católica, militares y otros trabajadores de la fe.