Benedicto XVI inicia batalla contra
la bioética

Benedicto XVI inicia batalla contra <BR>la bioética

CIUDAD DEL VATICANO (AFP).- Menos de dos meses después de su elección como pontífice, el papa Benedicto XVI ha abierto la batalla mundial sobre la bioética al intervenir en el debate en Italia para mantener una rígida ley que defiende los derechos del embrión.

El respaldo dado por Benedicto XVI a la campaña a favor de la abstención en el referéndum italiano del 12 y 13 de junio sobre la ley de reproducción asistida fue recibido no sólo como una «injerencia» del Vaticano en los asuntos italianos, sino también como una suerte de vía para restringir el aborto.

«Después del embrión le tocará al feto. Eso es seguro. Con la misma o mayor virulencia partirá la campaña contra el aborto y luego contra el divorcio», escribió el fundador del diario La Repubblica, Eugenio Scalfari, en un amplio editorial.

La toma de posición del Papa a favor de la ofensiva de la iglesia italiana para defender la ley adoptada en el 2004 y que reglamenta la reproducción asistida, entre las más restrictivas de Europa, confirma el carácter conservador del nuevo pontificado en el terreno de la ética.

«Estoy junto a ustedes con las palabras y la oración: no trabajamos por los intereses de los católicos sino por la defensa del hombre, criatura de Dios», dijo el lunes pasado Benedicto XVI ante los 300 obispos italianos reunidos en el Vaticano.

Como su predecesor Juan Pablo II, Benedicto XVI se presenta como un intransigente defensor de la vida desde su concepción y considera el embrión como a una persona.

Cuando era cardenal de la Curia romana, Joseph Ratzinger, entonces prefecto de la influyente Congregación para la Doctrina de la Fe y autor de numerosos libros de teología y ética, escribió importantes textos en los que defiende la sacralidad de la vida desde su concepción hasta su muerte natural.

En noviembre del 2002, en una nota doctrinal dirigida a los católicos, el severo purpurado alemán pidió que «se respete el embrión humano y se defiendan sus derechos».

Pese a haber prometido que como pontífice «no defenderá sus ideas», el nuevo Papa se tendrá que enfrentar a temas como la eutanasia, la biotecnología y la manipulación genética, campos en permanente evolución.

«No nos hagamos ilusiones. Benedicto XVI es coherente. Primero como cardenal atacaba el relativismo y ahora esas posiciones son confirmadas como Papa en temas como el embrión y su suerte», escribió en un editorial el diario italiano independiente Il Manifesto.

Por ahora, Benedicto XVI defiende la posición adoptada desde hace algunos años por la jerarquía del Vaticano, aunque es posible que ante el desarrollo de la biotecnología a nivel mundial tenga que endurecer su postura.

«¿Qué actitud debe adoptar la Iglesia frente a esa nueva cultura? Es necesario un diálogo urgente con la ciencia que contribuya a que la opinión pública tome conciencia sobre el tema», escribieron en un documento publicado esta semana los secretarios de las conferencias episcopales europeas.

«Es contraproducente juzgar a priori como absurdas todas las investigaciones y no estar listos para el debate científico», admitieron.

El pedido de la iglesia a los católicos italianos para que tengan en cuenta que el embrión es una persona, y por lo tanto se mantenga la ley que prohíbe la fecundación asistida con embriones congelados, divide a los creyentes.

La idea de que sólo tres embriones puedan ser utilizados tras la ovulación para la implantación en el útero, incluyendo a los enfermos ya que no se puede investigar si existen enfermedades genéticas, no es aceptada por numerosas representantes de las mujeres.

«La iglesia es misógina (…) porque ofrece toda su atención al embrión y no tiene en cuenta la salud de la madre», declaró la ministra para la Igualdad de Oportunidades, Stefania Prestigiacomo, quien se ha pronunciado a favor de la modificación de la ley.

Si el referéndum no logra la participación del 50% más un voto exigido, la iglesia católica podrá cantar victoria e impulsará al nuevo Papa en sus batallas.

«Italia corre el riesgo de convertirse en el país más confesional de Europa», advirtió Gloria Buffo de Democráticos de Izquierda (DS).

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