Benedicto XVI viaja a Cuba a consolidar lugar de la Iglesia ante el régimen

Benedicto XVI viaja a Cuba a consolidar lugar de la Iglesia ante el régimen

LA HABANA, (AFP) – Con la visita del papa Benedicto XVI, la Iglesia católica cubana espera recibir un enérgico respaldo para reforzar su papel de interlocutor privilegiado del régimen comunista, que se forjó desde la primera visita papal a Cuba, cumplida por Juan Pablo II en enero de 1998. Pero entre los defensores de un laicismo puro y duro y las aspiraciones de libertad de los disidentes, la vía es estrecha para una Iglesia que escogió dar un apoyo crítico al gobierno comunista.

Después de 40 años de enfrentamiento con la revolución de Fidel Castro, la Iglesia cubana exhibe hoy su voluntad de participar en las reformas modernizadoras lanzadas por el gobierno que, a cambio, le permite paulatinamente aumentar su campo de actividades religiosas, culturales y sociales.

 «Diferente a la oposición política que reclama la aceptación oficial de un pluralismo organizado que no tiene en la calle, la Iglesia trabaja gradualmente en la recuperación de sus espacios», subraya el analista Arturo López Levy, de la Universidad de Denver (Colorado, oeste de EEUU). Punta de lanza de esta estrategia fue un diálogo directo instalado en mayo de 2010 entre los jefes: el presidente Raúl Castro, de 80 años, que sucedió a su hermano Fidel en el poder en 2006, y el cardenal Jaime Ortega, de 75 años, quien había conocido los campos de trabajo en los años 60.

Este diálogo condujo principalmente a la liberación, en 2010 y 2011, de unos 130 presos políticos, quienes en su mayoría se exiliaron en España. Según la oposición, en Cuba hay todavía medio centenar de detenidos por razones políticas. También permitió la reapertura de un seminario, el primero en medio siglo, y de diversos centros culturales y la restauración de numerosos templos.

Una larga peregrinación de la imagen de la Virgen de la Caridad, patrona de Cuba, la primera desde los años 50, atrajo a millones de fieles y curiosos durante más de un año y medio por toda la isla. Aunque congrega apenas a un 10% de los 11,2 millones de cubanos, la Iglesia católica cuenta con la benevolencia de una inmensa mayoría de la población, adepta a la santería, una sutil mezcla de cristianismo y ritos afrocubanos. Además debe hacer frente al crecimiento de las iglesias evangélicas, que han aprovechado la mayor tolerancia del régimen, para multiplicarse.

Tanto el régimen comunista cubano como la oposición -toda ilegal- aguardan igualmente un apoyo del mensaje de Benedicto XVI, que oficiará dos misas campales, en Santiago de Cuba (sureste) el día 26 y en La Habana, el 28. «Todos harán lo que puedan para usar la visita del Papa en su provecho», resume Michael Shifter, de Diálogo Interamericano, un centro de estudios norteamericano.

«El gobierno tiene la oportunidad de proyectar una imagen de mayor apertura hacia el resto del mundo y de reforzar su legitimidad, y la Iglesia, que la visita le sirva de palanca para impulsar sus demandas de mayor apertura y reformas en Cuba», dice Shifter.

Solo «los cubanos comunes no tienen grandes expectativas de que (la visita) conduzca a un cambio, al menos en el corto plazo», agrega. Persiste la incógnita de la disidencia. Los principales disidentes y grupos de oposición han adoptado un perfil bajo ante la proximidad de la visita papal.

 Ellos unánimemente desaprobaron la acción de una docena de militantes de un grupo poco conocido, el Partido Republicano de Cuba, que ocuparon durante 48 horas una iglesia del centro de La Habana, antes de ser desalojados sin violencia por la policía, por petición del cardenal Jaime Ortega.

A esta desaprobación se agrega una denuncia casi unánime de la colusión entre el gobierno comunista y la Iglesia católica. Aunque el Papa se reunirá con Raúl Castro -e incluso podría hacerlo con su hermano Fidel- no hay ningún encuentro previsto con los representantes de la oposición, a pesar de que, según la Conferencia de Obispos, viene a la isla para «hablar de reconciliación y unidad entre los cubanos».

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