El zinc está relacionado con la inmunidad, reparación de heridas, desarrollo neurológico y crecimiento, siendo esencial con más de 300 enzimas en el organismo. En el sistema gastrointestinal, cumple la importante función de transporte de electrolitos y regeneración de células epiteliales, en la síntesis de enzimas digestivas y en el sistema inmune intestinal.

En seres humanos, la carencia de zinc se relaciona con acrodermatitis enteropática, dermatosis, alopecia, anorexia y diarreas. La deficiencia subclínica se manifiesta con retardo en el crecimiento, morbilidad incrementada en diarreas, neumonía, desarrollo fetal.

Los grupos vulnerables a padecer déficit de este micronutriente son los niños pequeños, mujeres gestantes y las que están dando de lactar a sus bebés, habiéndose encontrado en estos grupos alta prevalencia de enfermedades, especialmente diarreas.

Los especialistas señalan que hay un círculo vicioso entre diarrea y deficiencia de zinc ya que la posibilidad de morir de diarrea está aumenta considerablemente cuando un niño está malnutrido.

Las investigaciones para determinar cómo usar el zinc en la prevención de las muertes causadas por diarrea optan por los suplementos incorporados al suero de rehidratación oral, seguir con una dieta –básicamente para las poblaciones con deficiencia de zinc– y administrar a los niños con sospechas de desnutrición y con diarrea, 20 miligramos de zinc al día en forma de sulfato o gluconato de zinc, durante dos semanas.

Cuando el zinc se administra en solución oral o suero, tiene la ventaja de mejora la aceptabilidad del suero de rehidratación oral, es fácil de preparar, no afecta el sabor, no produce náusea ni vómito y no compite con el suero de rehidratación oral.

En el campo preventivo, se considera que suplementos diarios de zinc pueden reducir la prevalencia de enfermedades infecciosas, como diarrea y neumonía. Pero los investigadores presumen que el efecto ocurre sólo en niños con deficiencia.