Benjamín Paiewonsky; una esperada exposición en APEC

Benjamín Paiewonsky; una esperada exposición en APEC

Los espacios dedicados a actividades públicas de arte están teniendo en el programa APEC Cultural, una vitalidad cada vez mayor. Aparte de las ceremonias de entrega de premios por la Asociación Dominicana de Críticos de Arte, las exposiciones individuales y colectivas se han ido multiplicando, presentando diversas categorías de las artes visuales y realzando la importancia de la plástica dominicana.

El próximo martes, dando continuación a ese programa de arte, en todas las salas especializadas de la institución inicia una muestra panorámica singular, “Evocación” –Victoriano del Caribe–, según el título anunciado, va a congregar a los seguidores del arquitecto Benjamín Paiewonsky.

Está dedicada al doctor Franklin Holguín Haché, con motivo de su reciente elección a la presidencia de APEC.

Se trata de obras ornamentales que el mismo expositor y un equipo de colaboradores –amigos todos– van a instalar para que las disfrutemos, como lo hicimos, varios meses antes, en la Galería Nacional de Bellas Artes. Nadie ha olvidado aquella exposición deslumbrante y rica en piezas increíblemente distintas, pero con el sello propio de su autor: belleza, sofisticación y originalidad. Ahora, además de este despliegue de un talento conocido, nuevas obras revelarán otra faceta de un caudal creativo fuera de lo común, que últimamente se está apasionando por la pintura.

El artista. Nacido en Puerto Plata, Benjamín Paiewonsky se graduó de ingeniero y arquitecto en Estados Unidos, en la Universidad de Notre Dame. Su ejercicio profesional, de más de medio siglo de duración, ha seguido una trayectoria asombrosa con una dedicación plural y brillante, que suma el diseño y la construcción de residencias privadas, edificios de arte y cultura, inmuebles comerciales e instituciones públicas.

Además, él es uno de los paisajistas más reputados de República Dominicana, figurando entre sus mayores obras el Jardín Botánico Nacional. También ha realizado numerosas y celebradas decoraciones de interiores en el sector privado y público.

En arquitectura, ha sido catedrático de la Universidad Pedro Henríquez Ureña y decano de Facultad en la Universidad Católica Santo Domingo. Recibió múltiples honores por sus labores de enseñanza e investigaciones, por sus conferencias y publicaciones.

Acerca de las obras. La historiadora y crítica de arte Laura Gil ha expresado vibrantes elogios respecto a la personalidad de un profesional polifacético: “Benjamín Paiewonsky Battle es dentro de la cultura dominicana de hoy una de esas figuras cuya versatilidad hace pensar, ya como un tópico, en los hombres del Renacimiento”.

Por cierto, tal vez no exista en República Dominicana una personalidad más especial, más dotada, más curiosa, que Benjamín Paiewonsky. No nos referimos al profesional de la arquitectura y la decoración, el cual puede enorgullecerse de incontables y exitosas realizaciones, sino al artista visual, dibujante, pintor, escultor, tallista, grabador, orfebre, que ha demostrado su maestría en los más diversos materiales, en las más difíciles técnicas, y sigue reservando sorpresas. Fue gran amigo del maestro de la escultura Antonio Prats-Ventós, que le tenía un particular aprecio, y lo expresó.

Benjamín ha sido incapaz de detener su creatividad, y los retos estimulan facultades increíbles de creación y de revelación a sí mismo… Ignoramos lo que, hoy y mañana, ese diseñador, paradójicamente tan racional como compulsivo, puede agregar a la generosidad de su formulación plástica. Obeliscos, huevos, platones, joyas, bronces, cuadros, la lista de sus obras, las variaciones sobre un tema, el dominio de las artes decorativas parecen no conocer límites, del objeto humilde a la pieza más suntuosa y sofisticada, de la talla y el labrado a la armoniosa policromía, de la casi miniatura a formatos heroicos, de la figuración a elementos abstractos.

Diseña para las colecciones, pero consideramos que él es su primer coleccionista, enamorado de sus “manufacturas” –en el sentido etimológico de la palabra–, que él cuida, mima, dispone y redispone incansablemente.

Se estima siempre como un privilegio la oportunidad de exponer una antología –¡la retrospectiva completa sería una impensable hazaña!– de estas obras ornamentales de Benjamín Paiewonsky, cada una pudiendo ser el sujeto de un comentario, desde la temática, casi siempre evocadora de República Dominicana y el Caribe –su próxima exposición lo señala–, hasta una factura inmejorable donde los detalles reciben la máxima atención…, y entonces una verdadera escenografía surge en la superficie de un platón, de un huevo o de un obelisco.

Volvemos a citar a Laura Gil y su texto introductorio de una exposición en la Casa de Italia: “En este caso específico, como antes en sus exposiciones de obeliscos, el artista ha recuperado formas, técnicas y referencias iconográficas del pasado, que no solo atestiguan el amplio conocimiento que el autor tiene de la historia del arte, reinserto, por el uso recurrente de la cita, en el ámbito definido en lo postmoderno”.

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