Es una de las hortalizas más populares gracias, entre otras cosas, a su sabor suave y a su gran variedad de posibilidades a la hora de cocinarla. En el mercado podemos encontrar diferentes tipos, aunque el más extendido es el de color púrpura. Todas ellas tienen similares propiedades.

Casi sin grasa. La berenjena contiene gran cantidad de agua, mientras que su porcentaje de hidratos de carbono, proteínas y grasas mantiene niveles muy bajo.

Comer berenjena es apostar por una auténtica cura natural antiedad, ya que no sólo posee buena cantidad de vitamina C, sino que, además, contiene un interesante compuesto antioxidante (ácido clorogénico) que previene el envejecimiento de las células de la piel.

A pesar de que contiene poca fibra, apenas una pequeña cantidad escondida en la piel y las semillas, se recomienda su consumo en casos de estreñimiento porque también posee propiedades laxantes.

Tres trucos para comprarlas y cocinarlas. Para saber si está madura, presiona ligeramente la berenjena con el dedo. Si deja huella, está madura. Para eliminar su sabor amargo, corta los extremos de la berenjena y, con el trozo obtenido, frota la parte que ha quedado a la vista. Debes seguir hasta que desaparezca del todo la espuma blanca que exudará la carne. Otro truco para quitarles el amargor es cortarla, echarle sal y dejarla reposar 40 minutos (o dejar los trozos en remojo en agua salada). Después, se aclara y se seca con papel de cocina. Con esto se consigue, además, que la pulpa absorba menos aceite.