Berlín El renacimiento de una metrópoli

Berlín El renacimiento de una metrópoli

Ayer, capital de Prusia y metrópoli cultural de los años veinte, hoy pujante capital de Alemania: Berlín vuelve a estar en pleno auge. Se siente palpitar la vida en las avenidas, en los mercados de arte y en los mercadillos, en 300 establecimientos de moda y en sus 7.000 bares y restaurantes, abiertos a todas horas.

Los cimientos de su merecida fama como centro europeo de la cultura quedan avalados gracias a la llamada «isla de los museos «, sus tres teatros de ópera, la Orquesta Filarmónica, sus cines y teatros, el Festival Internacional de Cine, sus tres universidades, las cuatro escuelas de Bellas Artes y los 250 centros de investigación extrauniversitarios.

Berlín está en pleno movimiento, y no sólo en el Love Parade. Cada distrito muestra otra faceta de la ciudad. Durante el día hay mucha arquitectura nueva e histórica para ver. Por todas partes del centro nuevo, los centros comerciales y boutiques a la moda invitan a explorar. Por la tarde se puede escoger entre teatros, conciertos en vivo, y después se puede bailar hasta el alba en los clubes más alternativos de la ciudad.

Desde la Reunificación en 1990, Berlín ha experimentado un proceso de redefinición y cambios continuos. La identidad restaurada como la capital de nación ha sido una fuerza que maneja en ambos diseño urbano y diversidad cultural. 

La historia del muro de Berlín

Tras ser destruida en un 90% por las bombas durante la Segunda Guerra Mundial, la ciudad quedó dividida en dos zonas. Los aliados tomaron el oeste, tradicionales barrios de bares, tiendas y hoteles, mientras que los soviéticos se hicieron con la parte oriental, donde se hallan los barrios de la antigua ciudad imperial. A partir de ese momento, en 1949, dos millones y medio de alemanes orientales huyeron a Berlín occidental. Para detener definitivamente el flujo de emigrantes ilegales, el gobierno de la República Democrática Alemana (la parte tomada por la URSS) decidió crear un «cinturón de seguridad alrededor de Berlín oriental» con la excusa de evitar la entrada de subversivos y saboteadores al sistema.

Así, en la madrugada del 13 de agosto de 1961, las tropas cercaron la zona capitalista con alambrados y en los siguientes días levantaron una serie de paredes, vallas electrificadas y puestos de control hasta completar 48 kilómetros de muro. A partir de entonces, la entrada al Este fue severamente restringida y la salida hacia el Oeste, prohibida. Por fin, luego de décadas de especulaciones y paranoia política, el sentido común volvió en 1989, cuando el 9 de noviembre de ese año fueron levantados los últimos controles en la frontera, y el muro destruído. La destrucción del muro fue la metáfora del final del comunismo, pero para los berlineses fue la rendija por donde empezaron a ver la posibilidad de crecer como una ciudad con un potencial inmenso para la creatividad, la innovación y la cultura alternativa.

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