EFE. Reportajes. De origen dominicano, Bernarda Jiménez es la inmigrante con mayor poder político de la historia de España: desde julio de 2008 es secretaria de Integración y Convivencia del la Ejecutiva Federal del PSOE, el partido en el Gobierno. Lleva veinticinco años de trabajo social con inmigrantes en España, por eso dice que le toca el alma todo lo relacionado con ellos, afirma que las remesas no son la solución para el desarrollo y apuesta por una inmigración completamente legal.
¡Es que me toca el alma!, se disculpa esta doctora dominicana cuando la charla se enfatiza y se dispara hasta el discurso al hablar de los problemas de los inmigrantes en España, del rechazo racista -que ella misma vivió y todavía dice vivir en ocasiones-, de la utilización política que de ellos hacen algunos partidos políticos y del tráfico de personas que las mafias siguen haciendo.
Bernarda Jiménez fue el fichaje estrella del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en su congreso de julio de 2008: una inmigrante instalada en la cúpula del partido en el Gobierno. Se ocupa de las políticas que afectan a 4,5 millones de personas -de ellos casi millón y medio de latinoamericanos-, que llegaron a España en busca de una vida mejor. Pero no parece pesarle el cargo que le ofreció el propio presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, a esta mujer risueña y extrovertida que hace gala aún de su dulce acento caribeño y que se considera afortunada, porque tengo dos países.
Se nota que sabe de lo que habla, que ha convivido durante años con muchos de los problemas de los inmigrantes. Y eso que su historia no es igual a la de la mayoría, no viene de la pobreza, aunque se crió en un ambiente rural, como hija de una familia mestiza, de padre blanco y madre negra, con tierras de cultivo en la localidad de Moca, a 150 kilómetros de Santo Domingo.
En la capital dominicana se licenció en Medicina y realizó su tesis doctoral sobre Desnutrición Infantil en una Comunidad Rural, y en 1982 se instaló en EE. UU., donde viven siete de sus hermanos.
Mi familia me decía que podría haber hecho una buena carrera en Nueva York y haber ganado mucho dinero, recuerda. Pero, además de sus intereses sociales, pesó más el amor y, a principios de los años 80, se instaló en Madrid con su esposo -el sociólogo español Pedro Álvarez, con quien tiene dos hijos- y completó su formación con la especialidad de Endocrinología en la Universidad Complutense y un máster en Nutrición en la Universidad Autónoma.
Siempre le interesó el trabajo social, primero en República Dominicana y luego en España, donde al llegar la confundían en el parque con la niñera de sus propios hijos; fue fundadora de VOMADE.VINCIT (Voluntariado de Madres Dominicanas, Voluntariado Integración de Colectivos Internacionales de Trabajadores), la primera asociación de mujeres inmigrantes en España.
Asegura que necesita ir a su país de origen con cierta frecuencia, darme un baño de subdesarrollo, para humanizarme un poco más. Son tantos los valores, el calor que recibes de aquella gente, que es difícil aguantar mucho tiempo sin verlos.
Al tiempo, continúa con su profesión como directora de la Clínica Armonía y Cemes Medical, donde aplica sus especialidades de Nutrición y Medicina Estética, que no cirugía estética, precisa, para que la gente que ya lo tiene todo se sienta mejor consigo misma; es un síntoma de las sociedades desarrolladas.
Veo mi actual ocupación como un aporte más al trabajo social que he hecho anteriormente.
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Asunto generacional
En mi casa era fundamental la educación para trabajar por los demás, y esos mismos valores se los he transmitido a mis hijos, les he llevado desde pequeñitos a los barrios más pobres de la capital, procurando educarles en la solidaridad, en la idea de compartir todo, hasta lo que te vas a comer, con el que es más desposeído que tú, porque la palabra solidaridad la he vivido en mis carnes.
– ¿Cómo ha vivido los cambios habidos en España en estos años?
La situación ha cambiado muchísimo, España sabe que tiene aquí unos nuevos ciudadanos que ha acogido con rapidez. Y ahora trabajamos para que esa igualdad por la que luchamos quede reflejada para siempre y no volver atrás. Esa España que teníamos hace 25 años no la quiero para nadie, de verdad, porque era una sociedad muy cerrada en sí misma. Ahora es un país de referencia en el mundo.