Bernardo Vega y Edwidge Danticat discuten la matanza de 1937

Bernardo Vega y Edwidge Danticat discuten la matanza de 1937

Bernardo Vega conoció a la escritora haitiana Edwidge Danticat, autora de la novela Cosecha de huesos sobre la matanza de haitianos ordenada por Trujillo, a principios de 1998, en un seminario en la Universidad de Georgia.

En ese momento Danticat estaba en proceso de escribir esa novela y el entonces embajador dominicano ante la Casa Blanca decidió enviarle la versión en francés de su libro sobre la matanza de 1937 (Trujillo y Haití, Volumen I), así como el texto de una carta inédita del presidente haitiano Stenio Vincent a su canciller Leger, escrita pocos días después de la matanza y que Vega había localizado en esos días y que Danticat utilizaría como portada interior de su novela, en su versión en inglés.

Luego Danticat le envió a Vega pruebas en galera de la novela lo que provocó el siguiente intercambio de correspondencia que es reproducido con la autorización de la escritora haitiana.

Embajada de la República Dominicana

Washington, D. C.; septiembre 9, 1998

[b]Querida Edwidge:[/b]

Gracias por enviarme dos copias de AThe Farming of the Bones@, una en su versión final y la primera todavía no definitiva. Me sentí contento de ver que la carta del presidente Vincent a Leger ahora está, gracias a usted, disponible para el público. Como yo había escrito un libro sobre la masacre de 1937 antes de encontrar esa carta, no tenía donde ponerla.

También le agradezco el haberme dado crédito y por citar mis libros.

Aunque una novela no tiene que estar basada en hechos históricos, ni tiene que describirlos en forma correcta, tengo que admitirle que me apenó ver en la novela la clara implicación de que los dominicanos estuvieron de acuerdo con la masacre. De hecho, este terrible acontecimiento fue ordenado tan sólo por Trujillo y ejecutado tan sólo por su ejército. Lo que hoy día llamamos Ala sociedad civil@ no participó en ese hecho, o lo aprobó. La mayoría se quedó en sus hogares, temerosos, y muchos escondieron haitianos quienes, por eso, sobrevivieron la masacre. José Francisco Peña Gómez es el mejor ejemplo de lo anterior.

Consecuentemente, la escena en su novela donde una turba de dominicanos escupen perejil sobre los haitianos no es realista en su totalidad y ofrece una impresión definitiva y equivocada de que los dominicanos estaban entusiasmados con la masacre. El pueblo haitiano nunca aprobó las actividades de los Tontons Macoutes, como tampoco lo hicieron los dominicanos con relación a las actividades del ejército de Trujillo, incluyendo los hechos de 1937.

Menos importante es el hecho de que es muy improbable que cualquiera pueda ahogarse en el río Masacre. Es más, la novela dominicana que mejor describe la masacre de 1937 se titula El Masacre se pasa a pie, dado el poco nivel de agua envuelto. Esta novela fue escrita por un juez, en Dajabón, poco después que tuvieron lugar los trágicos acontecimientos. El texto, escrito a mano, fue escondido en una lata, bajo tierra, y quedó allí durante veintitrés años, siendo tan sólo publicada después de la muerte de Trujillo.

[b]Un abrazo[/b]

Bernardo Vega

Embajador

[b]Octubre 20, 1998[/b]

[b]Querido embajador Vega:[/b]

Lamento haber tomado tanto en contestar su carta. Me tomó algún tiempo responderle porque más o menos durante el último mes he recibido muchas cartas parecidas, lo que me ha provocado serias contemplaciones y, en algunos casos, mucho dolor.

Otra vez, quisiera darle muchísimas gracias por la generosidad y ayuda que me proveyó con relación al libro, tanto con su excelente libro Trujillo y Haití, como a través de su disposición de compartir algunos documentos conmigo, páginas que la Soho Press pudo utilizar en la hoja interna de la portada del libro.

Ciertamente entiendo su angustia en cuanto a que la novela muestra la Aclara implicación de que los dominicanos estuvieron de acuerdo con la masacre@. Es tal vez irrelevante que yo diga que no tuve la intención de insinuar que todos los dominicanos aprobaron la masacre y, en lo más profundo de mi corazón, no creo que la tuve.

Sé y siempre lo enfatizo en mis conferencias y en mis explicaciones sobre el libro que definitivamente fue el general Trujillo quien ordenó la masacre que fue ejecutada por sus soldados (y las criticas que he leído sobre el libro parecen mostrar que la mayoría de los críticos también han captado esto). Los personajes del Dr. Javier, Sra. Valencia, Papi, Lidia, Alberto, Dolores y Dolorita, así como personajes dominicanos que fueron confundidos como haitianos, están supuestos a mostrar precisamente eso.

Sin embargo, con el mayor respeto, en una masacre donde los soldados estaban tratando de dar la impresión de que eran campesinos con machetes, puede haber sido difícil, para las personas sufriendo este acontecimiento, poder diferenciar entre soldados y Ala sociedad civil@. Más aún, juzgando algunos de los testimonios que han sido archivados, se me hizo difícil creer totalmente que no hubiesen participado miembros de la sociedad civil, aun cuando fuesen hermanos y amigotes de los soldados.

De hecho, mi tío abuelo Pablo, quien murió el año pasado con 89 años y quien vivió en la República Dominicana cuando era un joven de 20 años, recordaba que gente quienes él creyó que no pertenecían al ejército, le llenaron la boca de perejil. Fue salvado por civiles dominicanos quienes lo libraron del degüello y nunca había hablado sobre esto hasta que yo le pregunté y no quiso que yo pusiese su nombre en el libro, o que discutiese públicamente su experiencia, pues, después de haber construido una vida después de la matanza, se avergonzaba de haber sido alguna vez cortador de caña. La primera ocasión en que vi a mi tío abuelo Pablo llorar fue cuando leyó que algunas personas en un gentío le habían gritado a José Francisco Peña Gómez que dijese Aperejil@, durante un discurso al aire libre, durante un acto ligado a una de sus varias campañas presidenciales.

Hay muchos silencios y muchos momentos dolorosos para mí en esta historia y cada palabra en ese libro ha sido escrita para los otros que murieron, pero, sobre todo, para mi tío Pablo, quien decía que quedó atolondrado de una forma tal que silenció los hechos durante toda una vida y rehusó que yo pudiese reclamar la experiencia de su nombre y probablemente está furioso en su tumba, porque yo le esté escribiendo a usted sobre él.

Le cuento todo esto para explicar que tal vez no podemos generalizar sobre ciertas cosas By traté mucho de no hacerloB pero ciertamente hubo algunas excepciones, como siempre ocurre. Tal vez no sea en absoluto la misma cosa, pero como usted trajo a colación los ATonton Macoutes@, los Tonton Macoutes tan sólo pudieron continuar existiendo y prosperar no sólo debido al apoyo de los Duvalier sino también con la complicidad de ciertos miembros de la sociedad civil, incluyendo sus amigos, miembros de sus familias y muchos empresarios, así como la iglesia. Tal vez los cuentos están supuestos a ser sobre excepciones y el caso de mi tío Pablo pudo haber sido una excepción la cual, dentro del contexto de una matanza más amplia, luce generalizada, pero, para mí, el no haber contado esa historia suya hubiese significado el haberle dejado ese perejil en su boca para siempre y no quería hacer eso. )Fue esa escena en la novela realista? Tuvo que haber sido para mi tío abuelo Pablo, ya que tuvo esa experiencia.

Finalmente, aunque sé que el río Masacre es uno que puede ser cruzado a pie Byo lo he cruzado a pie muchas veces han existido momentos en que la gente se ha ahogado durante crecientes inesperadas, como sucede con los padres del narrador en el libro. Sé y me han contado de personas que se han ahogado en el río Masacre, particularmente en el área de Dajabón, durante crecientes provocadas por las lluvias.

Le escribo a usted todo esto con el mayor respeto y apreciación por sus preocupaciones. Aunque sé que esta carta puede que no las haya tranquilizado completamente, ofrezco estas palabras no tan sólo como meras explicaciones, sino como un muy grande ramo de olivo a través de otro tipo de río.

Amitié,

Edwidge Danticat

Noviembre 4, 1998

[b]Estimada srta. Danticat:[/b]

De verdad que le agradezco su carta del 20 de octubre y el muy constructivo espíritu en que fue escrita. Realmente estamos más de acuerdo que lo que ambas cartas lucen implicar.

)Quiénes aprobaron Ales vepres@ (Alas vísperas@)? La mayoría de los intelectuales al servicio de Trujillo lo hicieron, como detallan los documentos en mi libro. La Iglesia dominicana estuvo silente. Los únicos dominicanos que podían hablar, sin riesgo de morir, eran los exiliados y lo hicieron. Trujillo hizo que el gobierno dominicano los declarase traidores (ver el volumen II de mi libro).

)Quiénes participaron en los asesinatos? Mi libro (y otros) muestran que no sólo participaron los militares sino también civiles que habían sido encarcelados por ser asesinos y ladrones y quienes fueron sacados de las cárceles para ese propósito. También un tercer grupo: los Aasimilados@. Era gente de la región quienes sabían dónde vivían los haitianos y quienes fueron temporalmente Amilitarizados@ para ese propósito. El testimonio de su tío abuelo tiene que ser verdadero. Pero como no existen referencias a la colocación de perejil en la boca de la gente en ninguno de los libros o en las investigaciones efectuadas sobre el tema (varios historiadores, incluyendo académicos norteamericanos, entrevistaron a muchos testigos en ambos lados de la frontera), tiene que haber sido una excepción, una muy vergonzosa excepción, ya que civiles participaron en ella. Presumo que se trata de presos liberados o Aasimilados@, pero, por supuesto, no lo puedo probar.

Ningún haitiano que trabajaba para un ingenio azucarero (casi todos ellos pertenecían a compañías americanas) sufrió daños. No existían ingenios pertenecientes a dominicanos en el noroeste. De haber existido y de haber pertenecido a dominicanos presumo que los cortadores de caña haitianos hubiesen sido asesinados, pero, otra vez, ubicar la masacre en su libro dentro de un contexto de caña de azúcar representa una excepción que, en la práctica, no tuvo lugar. Las crecidas rápidas de ríos también son excepciones.

Su carta realmente apaciguó mis preocupaciones. Un ramo de olivo es un concepto demasiado europeo. Extendámonos el uno al otro un ramo de guayaba. Los taínos creían que los espíritus de sus antepasados salían por la noche desde las cuevas, en forma de murciélagos, para comer las deliciosas guayabas. En esos días las relaciones en ambos lados de la isla eran, por supuesto, mucho mejores.

Honeur. (Respect!

Bernardo Vega

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