Bertolt Brecht  y los créditos de la fama

Bertolt Brecht  y los créditos de la fama

Bertolt Bretch, poeta y dramaturgo alemán (febrero 1898-agosto 1956), autor de “Tambores en la noche” y “La   Opera de Cuatro Cuartos”, se ha destacado no solo como uno de los más importantes en su género en el siglo XX, sino que constituye uno de los autores de fama universal en torno a cuya obra literaria se han creado mayores interpretaciones en cuanto a atribuirle la autoría de frases o pasajes de profunda trascendencia cuya originalidad corresponde a otros.

Del genio literario de Beltolt Bretch son estas hermosas líneas, ya convertidas en un clásico,  que rezan:

“Hay hombres que luchan un día y son buenos, otros luchan un año y son mejores, hay quienes luchan muchos años y son muy buenos, pero están los que luchan toda la vida, y esos son los imprescindibles.”

Pero pese a la profundidad y originalidad de su pensamiento literario, a Beltolt Bretch, de manera  errónea, se  le han atribuido poemas y  frases lapidarias  cuya trascendencia ha traspasado las fronteras cronológicas,  geográficas y de las lenguas, haciéndose patrimonio de la humanidad.

Por ejemplo, es autoría de Quinto Horacio Flaco, poeta romano (65-8) A.C., y no de Beltolt Bretch como tradicionalmente se ha atribuido, la frase universalmente conocida “Dulce y honorable es  morir por la Patria”, que  incluso constituyó el lema del Movimiento Revolucionario 14 de Junio de la República Dominicana, con la diferencia de que el lema de los Catorcistas rezaba “Dulce y decoroso es morir por la  Patria”.

Asimismo, es del pastor luterano alemán Martin Niemoller y no de Beltolt Bretch, el poema “Cuando los Nazis vinieron por los comunistas”:

“Cuando los Nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, porque yo no era judío. Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar”.

Sin embargo, es tan notable el  genio literario de Beltolt Bretch, que estas autorías que le atribuyen de obras que no son suyas no le restan méritos a la labor de este gran pensador del siglo XX, al que le debe la humanidad  decenas de poemas y  piezas de la dramaturgia que  le sitúan en el escenario privilegiado de autores cuya obra ha cruzado los meridianos de  la inmortalidad.

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