Biblioteca Nacional: una especie de despedida

Biblioteca Nacional: una especie de despedida

Mi último día como director general de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña fue el pasado martes 3 de noviembre, fecha en que el también escritor Rafael Peralta Romero fue posesionado como nuevo incumbente por la ministra de Cultura, doña Carmen Heredia de Guerrero.

Todo ocurrió en una ceremonia sencilla, pero solemne. La Ministra dijo unas palabras brevísimas, llenas de calidez y amistad. En los cortos discursos pronunciados por los directores saliente y el entrante, se destacó un aspecto trascendente: el rol de las bibliotecas en el logro de la calidad educativa y la transformación de la República, además de las funciones y visión inherentes a su naturaleza en el caso de las bibliotecas nacionales.

Fundada el 28 de febrero de 1971, la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña es una de las instituciones culturales más importantes del país, ahora en víspera de cumplir medio siglo de vida.

Un sitial labrado en el concierto y acumulación de saberes y experiencia en la mejor tradición del equilibrio material e inmaterial, con la magia de los nuevos prestigitadores de la catalogación, la clasificación y otros instrumentos especializados, que hacen posible lo que Jorge Luis Borges asumió como “ese universo (que otros llaman la Biblioteca)”.

De suma importancia son las colecciones que tiene la “biblioteca central del Estado dominicano”, según la define la Ley 52-08 del Libro y Bibliotecas; especialmente el titulado Fondo Antiguo, y las colecciones que constituyeron la base bibliográfica fundamental que dio origen a la institución. Del primer apartado, se cuenta con una joya de mediados del siglo XVI, el más antiguo de todos: Iglesia Católica. Concordatos (…), Petri Rebuffi, 1551.

Además, hay otros libros de los siglos XVIII y XIX, sobre la historia, la cultura y la naturaleza de la Isla Española.

Bibliotecas personales de connotados escritores y personalidades de las academias, y una colección especial de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, fueron las que nutrieron en su gestación a la Biblioteca Nacional: Julio Ortega Frier, Martínez Boog y Federico Henríquez y Carvajal; de esta última y de la de Ortega Frier hay libros y parte de sus archivos. Henríquez y Carvajal fue amigo de Eugenio María de Hostos, José Martí y Gabriela Mistral, entre otros luchadores e intelectuales latinoamericanos.

Martí lo llamó hermano, y figuró entre sus anfitriones, cuando el apóstol cubano visitó la ciudad de Santo Domingo en 1892. Con el tiempo, otras significativas bibliotecas personales han enriquecido las colecciones tradicionales.

La presencia de las bibliotecas de Juan Bosch y de Juan Isidro Jimenes Grullón llama la atención. Enfrentados políticamente en vida, hoy conviven bajo un mismo techo a través de sus libros y documentos, fuente fundamental de sus influyentes y destacadas obras. ¿En presencia del poder mágico y seductor de la cultura? La de Jimenes Grullón fue donada por sus familiares; la de Bosch y sus archivos figuran en la sala que lleva su nombre, gestionada por la Fundación Juan Bosch y la BNPHU.

Como detalle curioso, se exhibe el diccionario de la Real Academia Española que usó en su histórica y legendaria polémica con el padre Laútico García, la noche del 17 de diciembre de 1962, y que definió el curso de las elecciones generales que se celebraron tres días después.

En los últimos tiempos, algunos avances a señalar: preservación (física y digital) y organización de los fondos patrimoniales, como parte de la misión institucional; productos y servicios bibliotecarios, presenciales y a distancia (Portal Web). Ocho servicios en línea, a través del portal Programa “República Digital”; una estructura organizacional actualizada: de dirección hemos pasado a dirección general.

Infraestructura tecnológica que garantiza procesos y servicios eficientes; y recursos humanos capacitados en el área de Bibliotecología y Ciencias de la Información, Administración Pública, Gestión de Recursos Financieros, elaboración de proyectos, entre otros.

Asimismo, la Biblioteca Nacional ha seguido siendo espacio tradicional para la reflexión y debate de los temas nacionales e internacionales de palpitante interés. De los tres pactos que instruyó la Estrategia Nacional de Desarrollo (educativo, eléctrico y fiscal), los trabajos de los dos primeros fueron inaugurados en sus salones, y en años recientes contamos con la presencia de dos Premio Nobel, quienes pronunciaron conferencias magistrales: James Rothman (Medicina) y Mario Vargas Llosa (Literatura).

Estas notas no constituyen unas memorias de mis años en la BNPHU; son, eso sí, pinceladas de contenidos y momentos que, a través de su historia, la han convertido en un referente cultural y social de nuestro país.

Enhorabuena, Rafael Peralta Romero, escritor y amigo. Y concluyo con esta otra proclama de Borges: “Siempre imaginé que el paraíso sería algún tipo de biblioteca”.

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