Biblioteca y soberanía intelectual

Biblioteca y soberanía intelectual

El pasado 28 de febrero se cumplió el 45 aniversario de la creación de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña. Con ese motivo, celebramos una eucaristía en la Catedral Primada de América, oficiada por su párroco, el padre Nelson Clark. Comparto con ustedes fragmentos de mis palabras para la ocasión:
¿Creen ustedes que ha sido casual esta casi coincidencia entre la fecha de la fundación de la República Dominicana, 27 de febrero de 1844, y la creación de la Biblioteca Nacional de nuestro país, un 28 de febrero de 1971, es decir, con apenas un día de diferencia en el calendario de febrero?
Probablemente ha podido funcionar el azar, la casualidad, ese axioma definido por Carlos Marx como categoría histórica, para acercar, vincular en el tiempo y en las profundidades del devenir social dos hechos que en verdad se consustancian, hilos incuestionables que los cruzan: la Biblioteca nace de la Patria, y esta institución cultural es uno de sus soportes permanentes.
Porque la Patria, además de estar simbolizada en un territorio, en unos nombres que fueron capaces de visionarla y de entregarlo todo en favor de su concepción y creación, adalides principalísimos: Juan Pablo Duarte, Matías Ramón Mella y Francisco del Rosario Sánchez; símbolos como bandera, escudo, himno nacional y colores; también la Patria existirá en cualquier parte del planeta y, podría decirse, del universo, donde haya hijos e hijas de su tierra que la piensen, la sueñen, se desvivan por ella y quieran hacerla cada día más bella, desarrollada, justa, capaz, igualitaria, solidaria, humanitaria, caribeña, latinoamericana, globalizada y cada día más libre y soberana.
El fundador de la República Dominicana, Juan Pablo Duarte, afirmó que “Vivir sin Patria, es lo mismo que vivir sin honor”. Y luego proclamó: “Por desesperada que sea la causa de mi Patria, siempre será la causa del honor y siempre estaré dispuesto a honrar su enseña con mi sangre”.
Resulta que las diversas lecturas de la eucaristía de hoy están referidas a la verdad, la libertad, al progreso, la felicidad, que también son parte de las aspiraciones de la Biblioteca Nacional. Tanto el pasaje referido a Naamán, general del ejército del rey de Siria, enfermo de lepra y finalmente curado; el Salmo responsorial, con todo el aliento de los grandes místicos: San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús: “Como busca la cierva/ corrientes de agua,/ así mi alma te busca/ a ti, Dios mío”. “Envía tu luz y tu verdad:/ que ellas me guíen/ y me conduzcan hasta tu monte santo, /hasta tu morada.” “Espero en el Señor, espero en su palabra, porque de él viene la misericordia, la redención copiosa”.
El Evangelio según San Lucas nos presenta a Jesús frente a su pueblo, diciendo las grandes y duras verdades, las que siempre les ha correspondido – y corresponderá- decir a los profetas verdaderos, a los líderes verdaderos, aunque disgusten a su auditorio : “Os aseguro – afirmaba Jesús en la sinagoga – que ningún profeta es bien mirado en su tierra o en su patria”.
Casi todas las bibliotecas nacionales de América y otras partes del mundo fueron creadas a partir de las independencias nacionales y, en gran medida, nacidas al calor de las luchas por la independencia, la libertad y la soberanía. Se aspira no solo a la soberanía política, sino, también, a la soberanía espiritual, intelectual, de pensamiento.
Desde hace años, nuestra institución pretende responder verdaderamente a su visión y su misión como biblioteca central del Estado dominicano, y a los mandatos de su Plan Estratégico. Con el tiempo, se han sumado las tareas de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas, y los aportes a la calidad educativa del país, expresados en nuestra participación en el Pacto por la Reforma Educativa en la República Dominicana, que sintetiza el hecho de que el presidente Danilo Medina, haya colocado la educación como su principal proyecto de políticas públicas.
Así como Antoine de Exupery afirma en El principito, que “lo esencial es invisible a los ojos”, una de las tareas principales de las bibliotecas y los profesionales de la información es que lo esencial sea evidente, visible a los ojos del pueblo dominicano.
Dedicamos estos 45 años de vida de la Biblioteca Nacional a todos los que han contribuido al desarrollo de esta institución, para seguir jugando un rol fundamental en la investigación, el crecimiento cultural y educativo de nuestro país. Porque, tal como expresó el maestro Pedro Henríquez Ureña, “solo la cultura salva a los pueblos.”

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