Bibliotecas y calidad educativa en República Dominicana

Bibliotecas y calidad educativa en República Dominicana

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Con el triunfo de los dominicanos frente a la anexión española (1861-65), en la Guerra de la Restauración (1863-65), en el país no solo emergió una nueva generación de líderes en todos los órdenes (políticos, educadores, religiosos, escritores, periodistas y empresarios, entre otros), sino que la sociedad dominicana inició una nueva etapa de significativos cambios y progresos. En ello fueron factores fundamentales la guerra de independencia cubana o de los Diez Años (1868-1878), que fomentó una emigración social y económicamente productiva hacia tierra dominicana, y el hecho de que los azules (el Partido Nacional) gobernaron durante 20 años seguidos: desde el gobierno provisional de Gregorio Luperón (1879-1880) hasta la muerte de Ulises Heureaux, el 26 de julio de 1899.

Como en todo proceso revolucionario, la sociedad cambia profundamente, se transforma. En la nueva etapa no solo se crearon sociedades culturales y patrióticas, escuelas, institutos superiores, periódicos, infraestucturas económicas, sino que en esa segunda mitad del siglo XIX surgieron y se desarrollaron los escritores, pintores, músicos, escultores e intelectuales que, aparte de los padres fundadores de la República y los símbolos patrios, marcaron por su calidad y proyección los rasgos esenciales de esa época .

Estos elementos debieron contribuir en la calidad de la educación, en la medida en que la acción y los productos culturales son fundamentales en el proceso enseñanza-aprendizaje. La educación tiene que ver, medularmente, con las normativas, técnicas y procedimientos pedagógicos como instrumentos eficaces para la trasmisión de informaciones y conocimientos. Es cuando se produce la consustanciación entre educación y cultura. A todo se suma el privilegio que tuvimos de contar en nuestra tierra con la presencia de un maestro de América, Eugenio María de Hostos, que además de pedagogo era escritor, pensador, sociólogo, científico…

No es casual que precisamente en el Santiago de los Caballeros del siglo XIX hayan florecido dos entidades socio-culturales que han jugado roles singulares, tanto en la región cibaeña como en el país: la sociedad cultural Amantes de la Luz (1874) y la Alianza Cibaeña (1884), fundadas por Manuel de Jesús de Peña Reynoso y Eugenio Deschamps, respectivamente. Pertenecer a una zona tan pródiga por la naturaleza y de tanta tradición heroica tenía que generar verdaderos productos en favor de la patria y el progreso.

Los hombres de la Restauración, de corte liberal y patriótico, aspiraban construir un país democrático y justo, como expresión de la sociedad capitalista.

Ello empezó a manifestarse, observa Juan Bosch, en “Ferrocarriles, banco nacional, líneas telegráficas, estudios geológicos: todo eso era indispensable para que el país progresara, para que se constituyera en sociedad burguesa. Pero ninguno de los concesionarios tenía capacidad financiera, técnica o industrial (…).”

Y el propio Bosch aclara cuándo el país inicia su ruta como sociedad capitalista. Ofrece informaciones de Juan José Sánchez, incluidas en el libro Los Americanos en Santo Domingo(1939), de Melvin Knight:
“Joaquín Delgado, un cubano, montó en Santo Domingo el primer ingenio de caña de gran tamaño, movido por vapor, en el año 1874, en la hacienda ‘La Esperanza’, cerca de la capital. Uno más pequeño fue montado por otro cubano, Charles Loynaz, en el Río San Marcos, cerca de Puerto Plata.”

A poco de ser fundadas, las instituciones santiagueras citadas instalaron sus bibliotecas. La primera en 1874, y la segunda en 1888. Ya son organizaciones centenarias y continúan, como el primer día, ofreciendo servicios de calidad a sus usuarios. Amantes de la Luz es la entidad cultural más antigua de la República Dominicana.

Aunque ambas son verdaderos centros culturales, debido a que mantienen un programa sostenido de actividades y servicios diversos, son emblemáticas por sus servicios bibliotecarios.

Luego de la revolución del julio de 1857, de Peña y Reynoso se exilió en Cuba, donde se insertó en la lucha independentista de ese país contra el colonialismo español. Fue lugarteniente de Carlos Manuel de Céspedes, jefe de las fuerzas mambisas y padre de la patria cubana.

Regresó de Cuba en 1873, y poco después fundó el periódico “El Dominicano”, en cuya edición del 31 de mayo de 1874 anuncia la institución cultural y la creación de una biblioteca pública para Santiago:
“El jueves inmediato (4 de junio) se instalará públicamente la Sociedad Amantes de la Luz. Merece pues la protección del público, (…) nos atrevemos a suplicar (…) que extiendan su favor a ella, regalándole cada uno un libro útil, a fin de que establezca pronto la Biblioteca que establecer se propone.(…)”.

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