Madrid.- América Latina ahorra “poco y mal”, tan solo un 18 % del Producto Interior Bruto (PIB) de la región, y solo por encima de los datos del África subsahariana, según revela un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El estudio se presentó hoy en la Casa de América de Madrid, en una conferencia donde se analizó el ahorro de los hogares, las empresas y los gobiernos, “un factor esencial para el desarrollo de la economía”, según la secretaria de Estado española de Economía y Apoyo a la Empresa, Irene Garrido.
“El déficit fiscal, el déficit de cuentas corrientes o la baja inversión son algunos de los causantes de los bajos niveles de ahorro de Latinoamérica”, explicó el economista del BID Tomás Serebrisky, coautor del informe “Ahorrar para desarrollarse».
De los hogares latinoamericanos depende un 35 % del ahorro total de la región, mientras que las empresas representan un 60 % y los gobiernos un 5 %, cifras similares a las de otras regiones del mundo, pero que evidencian, según el economista, que “la calidad del ahorro es baja».
En cuanto a los hogares, los trabajadores ahorran poco para su jubilación, motivados por las presiones sociales -como la necesidad de enviar dinero a familiares- o por falta de previsión ante posibles situaciones de crisis futuras.
Frente a esto, Serebrisky propone “mejorar los instrumentos financieros y educar a la sociedad en finanzas desde la propia infancia».
El también economista del BID y coautor del documento Eduardo Cavallo analizó el papel de las empresas como generadoras de ahorro que, según afirmó, “es clave para fomentar las inversiones». “Nuestro argumento es que el ahorro externo debe ser siempre un complemento al ahorro de la empresa y no la principal fuente de financiación”, señaló Cavallo.
La estabilidad macroeconómica, la mejora de las regulaciones y la inversión en infraestructuras son algunas de las actuaciones que el informe contempla para mejorar el ahorro por parte de las empresas.
En cuanto al ahorro de los gobiernos, el documento señala la importancia de elaborar normativas que amortigüen la caída de la inversión en épocas de crisis económica. “Hay que reducir las filtraciones del gasto público y focalizar las inversiones en aquellas personas que realmente lo necesiten”, concluyó Cavallo.