WASHINGTON— La campaña de reelección del Presidente Joe Biden está recaudando montones de dinero. Y tiene una estrategia electoral que, en pocas palabras, consiste en gastar más y más rápido.
Este mes, Biden no solo se ha propuesto mostrarse como un monstruo de la recaudación de fondos, sino que su campaña también está realizando importantes inversiones iniciales, tanto sobre el terreno como en las ondas, con la esperanza de crear una enorme ventaja organizativa que deje al republicano Donald Trump luchando por ponerse a su altura.
Pero mientras que el dinero que entra ha dado a Biden y a los demócratas una gran ventaja en efectivo, también está cada vez más claro que Biden lo necesitará. A lo largo de su vida en los negocios y la política, las provocaciones de Trump le han granjeado una atención mediática gratuita casi ilimitada. Biden, por su parte, a menudo ha luchado por abrirse paso a través del ruido con su propio mensaje a pesar de ostentar la presidencia.
Eso significa que Biden va a necesitar mucho dinero para llegar a los estados más disputados, donde unos pocos miles de votos podrían marcar la diferencia entre la victoria y la derrota. A esto hay que añadir el reto de llegar a los millennials, así como a los votantes más jóvenes, que formaron una parte importante de su coalición en 2020, en un ecosistema de medios mucho más fracturado que se inclina hacia los servicios de streaming por encima de la emisión convencional y el cable.