El presidente Joe Biden se presenta ante Naciones Unidas esta semana ansioso por pedir al mundo para que actúe contra el coronavirus, el cambio climático y los abusos contra los derechos humanos, pero en medio de tensiones con países aliados y denuncias de que su política exterior no ha cambiado mucho respecto de la de Donald Trump.
Biden, quien limitará su presencia en la ONU debido a la pandemia, tenía previsto reunirse el lunes con el secretario general del organismo mundial, António Guterres y el martes pronunciará su discurso. También se reunirá con el primer ministro australiano Scott Morrison. A partir de ese momento su participación será por video o en reuniones en Washington.
El miércoles, en una cumbre virtual dedicada exclusivamente al tema de COVID-19, Biden pedirá a los líderes mundiales donar más vacunas, fabricar más tanques de oxígeno y tomar otras medidas contra la pandemia.
El martes verá al primer ministro britábico Boris Johnson en la Casa Blanca y para el viernes invitó a los primeros ministros de Australia, India y Japón —parte de una nueva alianza asiática— a eventos en Washington.
En todo momento, Biden estará bajo el escrutinio de los demás gobernantes: ¿Ha realmente cumplido su promesa de ser un mejor aliado que Trump?
La embajadora estadounidense ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, aseguró que Estados Unidos está comprometido con la cooperación internacional: “Creemos que nuestras prioridades no son solamente prioridades para Estados Unidos sino prioridades para todo el mundo”, declaró la embajadora el viernes.
Aun así, en semanas recientes han surgido discrepancias importantes entre Estados Unidos y sus aliados.
Hay diferencias de opinión en cuanto a la manera en que Estados Unidos se retiró de Afganistán, sobre la entrega de vacunas contra COVID-19, en cuanto a las restricciones de viajes por la pandemia y en cuanto a la manera de enfrentar las ambiciones geopolíticas de China.
En días recientes, Francia condenó enérgicamente una alianza entre Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia para otorgar a las fuerzas australianas submarinos nucleares.