FRANCISCO ÁLVAREZ CASTELLANOS
Angela Peña es una espectacular columnista. Sus trabajos son dignos de leerse, porque siempre tratan asuntos interesantes. En la edición del pasado viernes 13 del mes en curso, Angela le entra «a dos manos» a los numerosos desbocados que hacen uso de la radio y la televisión para decir las «malas palabras» que en el mundo existen.

Y Angela se queja de que esos «comunicadores» hacen su alienante «trabajo» sin que ninguna autoridad del Estado los ponga a «soga corta».

No son uno ni dos los programas, tanto de radio y de televisión, que ya no oigo debido a las desagradables frases y palabras que en ellos se dicen diariamente. Y digo «desagradable» para no usar un adjetivo más «elocuente».

A juicio de Angela, «no hay planificación de contenido, ni coordinación ni producción. Basta con una silla y la capacidad de convertirse en mago del disparate».

Pero no se trata de un «disparate» común y corriente. Es uno que hiere la sensibilidad de todas aquellas personas que respetan a sus prójimos.

Y agrega (entre otras cosas) que «gerentes, oficiales de bancos, médicos, ingenieros, abogados, están contaminados con esas heces y los vocablos correctos se borraron de sus cerebros».

Y dice la columnista muchas cosas más, todas verdaderas. Y, más que increíble, lo que me parece más vergonzoso es que las autoridades que tienen el deber de «limpiar» el ambiente radial y televisivo, ¡no lo hagan! Lo que puede indicar que no oyen esos programas, que no les den importancia o que no sepan el daño que les hacen a la sociedad. Eso, o son personas de igual «linaje» que aquellas que llenan la radio y la televisión de groserías impublicables.

Me uno a lo escrito por Angela Peña. Y pido a todos los columnistas que piensen como nosotros, a imitar a Angela Peña.

De lo contrario, los niños que por casualidad oyen una o dos veces esos asquerosos programas, pueden ser contaminados por lo que en ellos se dice…¡y repetirlas!, aunque se ganen unos «tapabocas» bien merecidos.

Repito, ¡ bien por Angela Peña.