Bien por la JCE,
y por las mujeres

Bien por la JCE, <BR>y por las mujeres

Los partidos son mañosos y hace unos días quisieron hacer una mañosería. El PLD y el PRD se opusieron al plan de la Junta Central Electoral (JCE) de cumplir con la cuota de 33% de candidaturas de mujeres por circunscripciones, y solicitaron que se les permitiera cumplir con la cuota de manera global.

Para quienes no están familiarizados con el sistema electoral dominicano, explico por qué esos partidos hicieron la solicitud, y por qué estuvo bien que la JCE  la rechazara.

La Ley Electoral 275-97 estableció en 1997 la cuota de candidaturas de mujeres de 25% en las listas de diputaciones y regidurías. En las elecciones de 1998, los partidos colocaron muchas mujeres en las últimas posiciones y eso dificultó que salieran electas.

La cuota permitió aumentar el porcentaje de diputadas y regidoras en 1998, pero el aumento no alcanzó el 25% mínimo deseado. Es decir, el porcentaje requerido en las listas no se tradujo en un porcentaje similar de mujeres electas.

En el año 2000, la cuota aumentó a 33% para motivar mayor incorporación de mujeres en las candidaturas. Luego, en el 2002, se estableció que por cada tres postulantes para diputaciones y regidurías se colocara una mujer, de manera que no aparecieran aglomeradas al final de las listas como en 1998.

En el 2002 también se aprobó el voto preferencial para las diputaciones, que permite al electorado escoger independientemente del orden de candidaturas en las listas.

El voto preferencial anuló el propósito de facilitar la elección de mujeres por la colocación en las listas para diputados. La razón es que el sistema preferencial tiende a beneficiar a los hombres que, por su poder histórico, tienen más facilidad para recaudar fondos de campaña.

Aunque con tropiezos, la cuota ha contribuido a incrementar la representación de las mujeres. Actualmente ocupan el 19.6% de los escaños en la Cámara de Diputados y el 26.9% en las regidurías.

En ningún caso, sin embargo, se ha alcanzado el mínimo deseado de 33%, a pesar de que la ley de cuota tiene más de una década vigente.

En el Senado, donde no se aplica la cuota, las mujeres sólo alcanzan el 6% de los escaños, y en las sindicaturas, la fórmula de vice-síndico/a se inventó para incorporar mujeres sin que los hombres tuvieran que ceder la sindicatura. El 89% de los síndicos son hombres.

Desde hace tiempo los partidos se quejan de que no tienen mujeres suficientes para llenar la cuota, y con ese argumento querían que la JCE  les permitiera cumplir con el 33% de manera global, no por circunscripción.

Qué bueno que la JCE rechazó la petición de los partidos. Si no, hubiesen colocado la mayoría de las mujeres (excepto las muy conocidas) en las circunscripciones con menos posibilidades de triunfo, y a los hombres en las de mayores posibilidades de ganar.

Las mujeres constituyen la mitad de la población dominicana, votan en igual proporción que los hombres, militan en los partidos en proporción similar a los hombres, y sobrepasan a los hombres en la matrícula escolar y universitaria. Brutas y apolíticas no son. Es tiempo de que los dirigentes partidarios abran las compuertas para el ascenso de las mujeres a los puestos de dirección municipal, provincial y nacional. Así no podrán argüir que faltan mujeres para colocar en las listas de votación.

Ahora esperamos que la JCE cumpla fielmente con su plan trazado y con la promesa de garantizar la cuota del 33% de candidaturas de mujeres para diputaciones y regidurías.

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