Bien y mal hecho por el señor Presidente

Bien y mal hecho por el señor Presidente

JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ ROJAS
En días recientes, el señor Presidente de la República, doctor Leonel Fernández Reyna, ha sido parte determinante en una serie de decisiones, que si bien algunas le han favorecido y enaltecido su condición de mandatario de todos los dominicanos, otras por el contrario, por su silencio prolongado, han sido desafortunadas y producido una serie de conjeturas que perjudican de manera ostensible su bien ganado prestigio.

Veamos. Cuando los diputados en una noche rocambolesca que destaca el espíritu mercurial y amoral de muchos “pseudos congresistas”, en causas puramente individualistas de “solidaridad canchanchanesca” aprobaron pensiones por “pif paf” para socorrer a “sufridos e indigentes compañeros”, cuyo supremo sacrificio por la patria les hace merecedores de tan justa y equitativa gratificación que los eleva al paroxismo. En consecuencia, enviaron esa pieza legislativa al Poder Ejecutivo y el gobernante, en un gesto encomiable, afirmó que observaría esa denigrante pieza legislativa, aprobada sin méritos que justificaran la misma, al echarse la paloma. Estos cabilderos, trasnochados y amargados, aprobaron una pensión por sesenta mil pesos mensuales, para compensar que algunos de ellos no volverán a “comer con grasa” como son sus vulgares expresiones. En este “festival” no quisieron dejar fuera del mismo a “laboriosos y meritorios” regidores, que no sólo ya cobran altas sumas de dinero por sus escasas reuniones a las que asisten, que por ley son honoríficas, sino que merecen estas prebendas, porque también, como abnegados “padres de familia” quedaran desprotegidos por haber perdido a su entender, inmerecidamente sus curules.

Pero este no sólo fue un caso infamante para la referida Cámara de Diputados, sino que al vapor, y después de haber recibido, tanto legisladores oficialistas como opositores, la “grasa” que aceita la articulación que hace levantar el brazo para votar afirmativamente, aprobaron el desacertado proyecto de la Isla Artificial frente a nuestro bello Malecón y que tanta oposición ha levantado, inclusive de la valerosa Junta de Vecinos del referido sector. En un hecho que aparentemente sorprendió al Consultor Jurídico del Poder Ejecutivo, éste envió el contrato para sanción de los legisladores.

Los representantes en el Congreso deberían leer para saber lo que les espera, el formidable artículo denominado “Pensamiento de un legislador derrotado”, escrito por Enrique Pérez Vélez en este mismo matutino el día 10 del mes que discurre. Con mucho gracejo relata la desgracia que le vino encima; así como qué le deparará el futuro ahora que dejó su “querida y productiva curul, a la cual estaba aferrado desde hace unos cuantos años por lo cual perderé las múltiples prebendas que deja ese ambicioso carguito congresual, y por lo tanto seré despojado de la inmunidad parlamentaria que le permite a los congresistas cometer indelicadezas, exentas de sanción alguna”.

No sabemos ni queremos saber de quién fue la idea de la Feria de los 10 años de Leonel. La adulación y el “lambonismo” que se creían superados con la caída del régimen de Trujillo, vuelven por sus fueros. Al parecer, los propulsores de esta desatinada “Feria” partieron del conocido refrán campesino “la gallina pone el huevo y cacarea”. Lo peor de este caso es que esa gallina cacareó el huevo que no puso. Además, con los recursos que se gastaron en esta inútil francachela -alrededor de doscientos millones de pesos- se pudo haber reconstruido la carretera Dajabón-Loma de Cabrera y el Gobierno se hubiese economizado tener que aguantar el bochorno del célebre “Peregrino”, que a modo de protesta por el incumplimiento de promesas efectuadas por el señor Presidente durante la campaña política en Dajabón, caminó 305 kilómetros con una cruz de madera a cuestas desde aquella remota localidad, hasta el Palacio Nacional, sin que este intrépido acto conmoviera al mandatario y lo recibiera como el pueblo esperaba.

La controversial Isla aparentemente tiene en el Palacio Nacional grandes defensores, quienes parecen gozar de la consideración del señor Presidente. Al menos esto es lo que se deduce del sigilo del gobernante en el momento en que la ciudadanía espera su definición. Con tantas prioridades que tiene el país, enarbolar este proyecto es burlarse de la miseria ajena, no obstante los defensores aducir el gran número de plazas de trabajo que de esta faraónica obra se recibirá.

El señor Presidente se ha llevado los palmarés cuando observó la referida ley que alegremente otorgaba pensiones privilegiadas a legisladores y regidores catalogados como “pudientes”. Sin embargo, el no haber repudiado la “Feria de los 10 años”, la cual, inexplicablemente incluía cuatro años del gobierno de Hipólito Mejía y no excluir de su lado a los propiciadores de la Isla Artificial, ha causado desaliento y desasosiego en personas que prevén enfrentamientos innecesarios si se lleva a cabo esa vesania.

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