Bienvenido

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René García Préval, el presidente electo de Haití, abre con esta visita a la República Dominicana una etapa importante de la historia de su país, y un paso importante para el porvenir del pueblo haitiano.

En primer término, su gesto deja claras señales acerca de los progresos que podrían alcanzar las relaciones bilaterales entre estos dos países enclavados en la isla Hispaniola, relaciones que se han visto afectadas por la falta de interlocutores idóneos del lado haitiano, que facilitaran entendimientos.

El presidente electo de Haití parece interesado en dejar una clara señal de la filosofía que caracterizaría su mandato, inclinado hacia la apertura, la vecindad armoniosa y la concertación.

El gesto de querer visitar la República Dominicana aún antes de prestar juramento como presidente de Haití, y de hacerlo con los propósitos que tuviera a bien anticipar, debe tener para los pueblos dominicano y haitiano un mensaje que permitirá una mejor comprensión y vías de entendimiento en cuestiones cruciales.

Interesadamente, en muchas oportunidades se ha querido criticar a las autoridades dominicanas por recurrir a sus derechos de soberanía en cuestiones de migración y división territorial. La visita de Preval, sin duda, permitirá colocar en un contexto justo y realista esta actitud de nuestro país, que no está en condiciones de asumir una carga migratoria de la magnitud que existe actualmente.

 -II-

Por mucho tiempo el pueblo haitiano ha carecido de autoridades en capacidad de concertar con sus colegas dominicanas acuerdos respetables en materia de migración y comercio.

Por ejemplo, el primer mandato de Jean Bertrand Aristide se caracterizó por una actitud hostil hacia la República Dominicana, hasta el grado de haber denunciado ante organismos internacionales supuestas vejaciones contra la dignidad de inmigrantes ilegales de su territorio hacia el nuestro, partiendo de incidentes aislados en que haitianos resultaron agraviados.

Esa interlocución, que pretendió presentar como actitudes de Estado sucesos aislados, ajenos a la política oficial de entonces, expandió de manera terrible la brecha, para entonces salvable, que predominaba en las relaciones entre dominicanos y haitianos.

En los últimos tiempos, el régimen provisional implantado en Haití tras la deposición de Aristide tampoco fue un interlocutor válido para discutir y armonizar cuestiones de interés común tan útiles y necesarios entre países con frontera común.

En el contexto isleño, esta visita del presidente electo Préval abre nuevos y promisorios horizontes de mejoría para las relaciones bilaterales. En un contexto más amplio, es casi seguro que la señal de apertura marcada con esta visita a su vecino más cercano habrá de proyectar Haití hacia una era de cambios políticos, sociales y económicos que tanto requiere y merece el sufrido pueblo haitiano.

La República Dominicana, presidente Préval, le abre los brazos con afecto y esperanza.

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