Bienvenido Alvarez Vega – La otra balada de Julio Iglesias

Bienvenido Alvarez Vega – La otra balada de Julio Iglesias

Julio Iglesias, el gran baladista español que desde hace varios años pasa buena parte de su tiempo en nuestras tierras, específicamente en su hermosa residencia del Este profundo, allá en la vecindad de Punta Cana, ha hablado en estos días de su vida y de su música, de la vida y de la muerte, pero también nos ha dejado su visión sobre el país.

Una visión que tiene el sello de quien ha vivido mucho, de quien ha visto mucho, de quien conoce la civilización de su patria grande, Europa, y de otras tierras que con su esfuerzo y su disciplina se han agigantado; de quien comprende dónde reside la grandeza de los pueblos y de quien, desprovisto de las pequeñeces de los árboles que no dejan ver el bosque, observa el panorama en toda su magnitud, en toda su dimensión.

Creo que debemos agradecer a Julio Iglesias, el gran baladista español y ya un poco nuestro, la sinceridad de sus palabras, la serenidad con que dijo las mismas y la sabiduría que ellas cargan.

)Qué ha dicho de nosotros Julio Iglesias?

Ha dicho esto:

A) Tienen que planear más las cosas a largo plazo.

B) Los países progresan cuando los críos (niños) se educan.

C) Ojalá que sepan (los dominicanos) que la oportunidad más grande de este país nace en cada dominicano y dominicana.

Estas son tres observaciones muy válidas y pertinentes. Los dominicanos vivimos zambullidos en el inmediatismo, en la improvisación, en el repentismo, actuando sin pensar, sin calcular los costos y las proyecciones de nuestros actos.

Por años se ha dicho, por ejemplo, que la sociedad necesita disponer de un proyecto de nación, de una guía que conduzca las iniciativas gubernamentales y del sector privado en aquellas áreas que se consideran fundamentales para el desarrollo del país. Pero solo se dice, nunca se hace.

Los gobernantes que hemos tenido, particularmente después del ajusticiamiento del tirano Rafael L. Trujillo, no han mostrado mayor interés en pautar sus actuaciones y acogerse a un plan de trabajo que defina en un determinado horizonte qué se quiere conseguir, en atención a qué necesidades y en qué tiempo.

Cuando han tenido programas de gobierno los han dejado a un lado para atender a los caprichos de las circunstancias o a los requerimientos de las clientelas. O, en el peor de los casos, han ofertado unas propuestas gubernamentales que nunca han pensado ponerlas en práctica.

Otras veces los organismos técnicos del gobierno han diseñado planes de desarrollo, como lo ha hecho la Oficina Nacional de Planificación en más de una oportunidad, pero quienes han ocupado el Palacio Nacional no se han dado por enterados.

Los resultados de esa improvisación sistemática y coherente con el desorden están a la vista de todos. Tenemos grandes problemas en casi todas las áreas de la vida. Las asimetrías son alarmantes, el desequilibrio en la distribución de la renta es de los más pronunciados de América Latina, etcétera.

Todos sabemos, por otro lado, que la educación de un pueblo, sobre todo de la juventud, constituye el activo más importante y la base más segura para alcanzar el desarrollo. Pero seguimos con un déficit escolar que debe avergonzarnos y con un nivel de escolaridad que más bajo no podía ser.

Mientras el artista Julio Iglesias nos llamaba la atención sobre la necesidad de educar a los críos, como él llama a los muchachos y muchas en edad escolar, una dirigente de la Asociación Dominicana de Profesores nos recordaba que el país necesita, con urgencia, 13 mil aulas adicionales.

Señalaba la profesora María Teresa Cabrera que de acuerdo a los estándares internacionales la República Dominicana debería tener 38 mil 764 aulas, pero solo tiene unas 25 mil. Añadió que quedan fuera de las aulas unos 250 mil muchachos y muchachas.

Sin embargo, un examen superficial de la prensa durante los últimos 40 años nos permitirá caer en la cuenta de que para casi todos los gobiernos han consignado a la educación como una de sus prioridades. Más todavía: todos los presidentes han dicho que la educación es la base de los pueblos y del desarrollo socio-económico. Pero no se da un paso más allá y nuestra inversión en este campo sigue siendo de las más pobres en la región.

Esta es una gran realidad.

Quizás nos ha faltado tener mayor distancia de los gobiernos, de modo que la dependencia de sus políticas y estrategias nos afectara menos. Hace falta una vocación de mayor independencia política y de más iniciativas individuales para, desde las asociaciones profesionales, sindicatos, juntas de vecinos, iglesias, grupos de presiones y entidades similares, trabajar a favor de las verdaderas necesidades de la nación.

De todos modos, hemos de agradecer las observaciones cargadas de sabiduría, de experiencia y de sentido de progreso que nos ha ofrecido ese gran artista que es Julio Iglesias. Son palabras muy apropiadas para estos días de renacimiento de la esperanza y de renovación de esfuerzos. Estas palabras son otra balada.

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