Bienvenido Alvarez Vega – ¿Otra campaña sin propuestas?

Bienvenido Alvarez Vega – ¿Otra campaña sin propuestas?

Por años mucha gente de este país, gente que aspira a formar parte de una nación con mayor civilidad política y con mayor interés en la búsqueda de las cosas que perduran y que nos convienen, ha estado reclamando, en cada campaña electoral, un debate sustantivo sobre los temas básicos del presente y el futuro.

Los ciudadanos, en general, han querido ese debate, lo han pedido, lo han reclamado, han tomado iniciativas desde las universidades, la televisión y la prensa escrita para que el mismo se efectúe, pero quienes tienen que protagonizarlo han rehuido sistemáticamente. Digamos que no todos, pero la mayoría.

Argumentos han sobrado sobre la conveniencia de que el electorado y la opinión pública en general conozca, razone y discuta aquellas cuestiones que se entiendan son de vital importancia para los días que vivimos y para el porvenir, tanto el inmediato como el mediato.

Se ha dicho, por ejemplo, que cuando se ponen los temas sobre la mesa de discusión, en ese gran escenario que es la opinión pública, se promueve la participación ciudadana, se da oportunidad a los especialistas para que dejan saber sus puntos de vista, se conocen los intereses en juego en la sociedad y las ideologías que están detrás de los grandes asuntos se muestran al electorado.

Y esta es, añaden quienes así piensan, la mejor y más útil manera de educar a un pueblo, de invitar a los ciudadanos a ocupar un asiento en la mesa de la participación y es, por igual, la forma más elegante de reclamar el compromiso necesario para que las metas se alcancen y los objetivos se consigan.

Pero nuestros políticos son alérgicos al debate de altura, a la discusión amplia y sesuda. Prefieren nadar en aguas bajitas. No porque carezcan de capacidad para envolverse en las cuestiones fundamentales de la nación, sino porque parten de una visión que nos parece equivocada, según la cual los dominicanos prefieren el circo y la chercha a la discusión serena y reflexiva de los asuntos cabezones.

Otros políticos suelen decir, en público y en privado, que los ciudadanos y ciudadanas no votan por programas de gobierno ni por propuestas económicas, industriales, agropecuarias, etcétera, sino que lo hacen por los candidatos o por los partidos de su preferencia.

No niego que hay mucho de verdad en esta afirmación –y así lo confirman las encuestas–, pero también es cierto que pocas veces los sufragantes han sido desafiados por los mismos políticos a considerar y examinar las plataformas de gobierno de cada candidato.

En otras palabras, por años hemos tenido una socialización político-electoral dirigida a poner en primer plano las personalidades que concurren a los comicios como candidatos y a sus partidos, en lugar de considerar sus ideas, sus planes, sus propuestas, sus programas de trabajo, etcétera. Poco a poco, particularmente desde 1982, los candidatos han sustituido sus razonamientos y proposiciones por sonrisas, gestos, afiches coquetos, artísticos mensajes radiales y televisivos, frases cohetes y mítines carnavalescos.

Las pocas veces que ha habido exposiciones de ideas y de propuestas se ha debido más a la insistencia de los medios de comunicación, particularmente de la televisión y la prensa escrita, que al interés de los candidatos y sus estrategas de campaña. Claro, hemos de reconocer que la indiferencia ciudadana sobre este punto ha sido determinante para que los políticos puedan eludir esta responsabilidad sin mayores consecuencias electorales.

Ahora que entramos en una nueva campaña electoral nos parece pertinente hacer este recordatorio, con la esperanza de que la zoología política que ha aportado los principales símbolos al liderazgo político de nuestros días no sea la que prime en estos meses. Creo que ahora como nunca sería interesante saber qué piensan hacer los aspirantes a la Presidencia de la República con una economía despedazada por esta administración, cómo se logrará poner fin a la hemorragia de dinero inorgánico, qué planes hay para detener el relajo de cada dos o tres meses dibujar una nueva geografía de los parques nacionales, cómo podrá conseguirse la reactivación económica y qué política será seguida para poner freno a la inmigración haitiana.

El debate de las ideas, de las propuestas y de las medidas es necesario. Cada candidato debe explicar con claridad qué modelo de nación tiene en su cabeza y cómo piensa que podemos alcanzarla. Porque de verdad que no deseamos otra campaña sin propuestas concretas y específicas.

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