Creo que mucha gente que sigue la política dominicana, particularmente la que está vinculada con las acciones del gobierno y de esa aplastante facción perredeista llamada PPH, agradece la sinceridad con que el ingeniero Eligio Jáquez expresa, de cuando en cuando, las posiciones y los movimientos de su grupo.
Don Eligio no tiene empacho en decirle a los periodistas que con tal o cual préstamo de un organismo internacional el gobierno pondrá en marcha un amplio programa de asistencia social que será administrado por la gente de su tendencia. Tampoco elude las cámaras de televisión cuando está en el Congreso gestionando la aprobación de un proyecto de particular interés político o empujando para que la Constitución de la República sea reformada de conformidad con los máximos intereses del PPH y su mentor y guía.
Este miércoles el coordinador nacional del PPH y secretario de Estado de Agricultura volvió a darnos otra muestra de esa sinceridad y lisura en su manera de hablar y decir las cosas. Nos explicó ampliamente, en el marco del encuentro con los medios de comunicación del Grupo Corripio, cómo fue que se concibió y redactó un proyecto de ley que procura reformular las reglas electorales para que sirvan a los propósitos de los desacuerdos que se dan alrededor de las aspiraciones presidenciales de varios perredeistas.
Según contó Eligio Jáquez, la aspirante a la candidatura presidencial Milagros Ortiz insistía, desde temprano del año pasado, en la adopción de la llamada Ley de Lemas, porque consideraba que este mecanismo respondía adecuadamente a los intereses de los precandidatos del Partido Revoluionario Dominicano. La gente del PPH no decía ni que sí, ni que no. Sus dirigentes recibían y leían los artículos que la señora Vicepresidenta les enviaba sobre el particular. También recibieron un amplio dossier y abundantes explicaciones persuasivas sobre la cuestión de parte del veterano periodista y político Nelson Marte.
Parece que cuando el entendimiento entre los precandidatos empezaba a hacerse dificultoso empezó a abrirse cierto interés por el contenido y el alcance de la llamada Ley de Lemas. Pero pronto aparecieron serias objeciones jurídicas de parte de dos abogados en quienes la gente del PPH parece tener mucha confianza jurídica, como son el secretario de Trabajo Milton Ray Guevara y el precandidato Enmanuel Esquea Guerrero.
Estos juristas y políticos consideraron, según las explicaciones de don Eligio Jáquez, que la Ley de Lemas choca con las formulaciones constitucionales sobre el voto directo en las elecciones presidenciales. Tamaño obstáculo, pero el mismo no desanimó a estas facciones del PRD porque desde el poder siempre es posible lograr que las cosas difíciles se convierten en fáciles y que lo complejo se transforme en simple.
Entonces abogados y políticos representantes de los grupos en negociaciones se juntaron en la casa del doctor Tirso Mejía Ricart para redactar un proyecto de ley que expresara la esencia de la Ley de Lemas pero que no chocara con los principios constitucionales. Porque ya en ese momento, por lo menos dos de las facciones tenían la firme convicción de que un mecanismo así la mejor solución a los enfrentamientos y distanciamientos entre los precandidatos del llamado partido blanco. Así nació el proyecto de ley que procura reformar la ley electoral, para establecer el voto preferencial presidencial.
Por supuesto, yo no creo que en estos trajines de facciones y en los razonamientos de los precandidatos y sus consejeros se estuviera pensando, cuando de este proyecto se hablaba, en los partidos políticos dominicanos, en los conflictos de las distintas organizaciones. Se pensaba, se razonaba y se tenía interés en los conflictos del PRD, más específicamente, en los de los grupos que se sentían más cerca del Presidente Mejía que del licenciado Hatuey Decamps.
Después fue que vino ese otro razonamiento que el doctor Tirso Mejía Ricart ha querido presentar ante la opinión pública: la ley del voto preferencial presidencial está concebido para buscarle una solución a los partidos que tienen conflictos internos, como el PRD y el PRSC, y ahora el PRI.
Pero lo veraz, lo cierto, lo que corresponde a la verdad es que los señores dirigentes del PPH y de los grupos de la señora Vicepresidenta de la República y del secretario de Turismo se han diseñado un traje legal a su medida, aunque para ello sea necesario reformar la ley orgánica de la Junta Central Electoral y alterar las reglas comiciales. Su incapacidad para celebrar una convención que escoja al candidato presidencial del PRD han ido a resolverla alterando los mecanismos legales existentes, aprovechando su mayoría en el Congreso Nacional.
No me parece que las instituciones de un Estado democrático deban utilizarse de esta manera y para unos fines tan particulares y tan coyunturales. Sigo creyendo que la democracia es más que una retórica y más que unas elecciones.
De todos modos, hay que agradecer la sinceridad de don Eligio Jáquez. Quizás otro día el nos explique cómo desde el Poder Ejecutivo y el Congreso engañaron a las iglesias, a los partidos y a la sociedad civil para reformar la Constitución de la República y restablecer la reelección presidencial.