Bienvenido García Gautier: brillante abogado, honesto servidor público y maestro y forjador de varias generaciones

Bienvenido García Gautier: brillante abogado, honesto servidor público y maestro y forjador de varias generaciones

POR ÁNGELA PEÑA
Aunque a don Bienvenido García Gautier casi todos los capitaleños lo recuerdan más por su pintoresca personalidad, su rico anecdotario de ocurrencias, su ferviente admiración por Napoleón Bonaparte, su exagerada devoción hacia Francia o el estrambótico uniforme de Caballero del Santo Sepulcro, justo es reconocer que sus méritos principales fueron la larga trayectoria como forjador de múltiples generaciones de estudiantes, la brillantez y sagacidad con que ejerció la abogacía, la honestidad en el desempeño de las  funciones públicas, la intransigencia frente al régimen de Trujillo o el inacabable interés por el estudio.

     Graduado de Maestro de Segunda Enseñanza a los diecisiete años, se empleó a fondo en el magisterio en el Colegio Santo Tomás donde además de impartir docencia dirigía el Internado que acogió a muchachos de casi todos los pueblos de la República. Como licenciado y doctor en Farmacia, y licenciado en Derecho, fue catedrático numerario y varias veces decano en la Universidad de Santo Domingo.  Aún evocan al maestro antiguos discípulos hoy nonagenarios.

     Fanático del orden y de la higiene, cualidades que exigía a familiares y alumnos, el excéntrico Bebé, como le llamaban, era por sobre todo el más devoto de los católicos de su generación. Coronaciones, procesiones, misas y otras solemnidades eclesiásticas le tenían siempre como figura principal que llamaba la atención por su vestimenta de Caballero de capa y espada, honor por el que fue investido en histórica ceremonia que presidió el Excelentísimo Arzobispo Luis A. Mena, en 1927, y que mereció el que Monseñor  Nouel autorizara su enterramiento en la Catedral cuando el Señor se dignara disponer de su vida.

PITTINI SE NEGÓ

La orden Arzobispo del Primado de las Indias, emitida oficialmente el trece de octubre de 1929, no fue acatada cuando ocurrió el deceso de García Gautier, más de quince años después, por oposición de monseñor Ricardo Pittini.  Estaba instaurada la dictadura de Trujillo y don Bebé, que ya había sido víctima de uno de los primeros atentados del régimen, estaba emparentado políticamente con una familia desafecta: los Bencosme.

        El sueño de la descendencia de don Bienvenido es que los restos de su insigne antepasado sean trasladados hoy a la Catedral como dejó establecido  Nouel, considerando los valiosos servicios prestados por éste a la Iglesia dominicana.  Así lo expresó Cipriano Bienvenido Bencosme García Gautier, el nieto que no sólo tiene nombre y apellidos de tan ilustre ancestro, sino sus condecoraciones y fotos, los nombramientos y títulos académicos y hasta el memorable mazo con que el abuelo tomó decisiones magistrales en la justicia. “Le corresponde  el traslado y quisiéramos que se cumpla este deseo que no cristalizó por la situación que se vivía entonces, pero esos tiempos están felizmente superados”, manifestó este descendiente con vena de historiador  que heredó también la valentía de su abuelo Cipriano Bencosme y de su padre, Donato, dos víctimas de Trujillo. Con la rica documentación que guarda celosa y orgullosamente de don Bienvenido, además de las anécdotas que conserva en su mente lúcida, podría escribirse un libro de ese versátil personaje al que evocan los que lo escucharon en el aula o aquellos  que lo vieron caminar por la ciudad “blanquirosado y sonriente, con melena, sombrero melón y bastón, imagen de aseo y pulcritud”, como lo describía Pedro René Contín Aybar y que según María Ugarte era corto de estatura, de nariz pronunciada y cabello blanco que caía en ondas sobre la nuca, calzando botines, con chalina,  bombín y medias siempre del mismo color.

        Wenceslao Troncoso Sánchez (Lao) fue alumno de don Bebé en el Internado del colegio Santo Tomás y rememora el contacto del maestro con la juventud, a pesar de la rigurosa disciplina. Con el tiempo se afianzó entre ellos tal relación de amistad que fue don Pedro Troncoso Sánchez, hermano de Wenceslao, quien leyó la semblanza de García Gautier cuando se inauguró la calle de Arroyo Hondo que lleva el nombre del eximio francófilo, Caballero del Santo Sepulcro de Jerusalén, Comendador de la Orden de San Lázaro, de la Orden del Libertador Simón Bolívar y de Juan Pablo Duarte.

        “Una noche hubo un atentado contra en él en el parque Colón, poco después del veintitrés de febrero de 1930, y él dijo en el Tribunal: ‘fue por alguna sentencia que dicté y seguiré dictando’. El fiscal, ya de Trujillo, le replicó, según la narración de don Lao: ‘Magistrado, nadie en este país es capaz de hacer eso”. Refiere Troncoso Sánchez que cuando lo retiraron de juez se dedicó al ejercicio profesional, abogado en material penal, y actuó en casos de resonancia. Su nieto, apodado “Cibién”, tiene registrados en su memoria los alegatos que usaba don Bebé en sus defensas por lo que casi todos sus representados eran absueltos.

        “Era un francófilo furibundo al extremo de que en una ocasión, en el Teatro Colón, se exhibía una película de la Primera Guerra Mundial y al pasar una escena en que uno de los alemanes afirmaba que dentro de poco estarían en París, él se paró y gritó en francés: ¡Jamais! (¡Nunca!)”, cuenta don Lao.

        Cuando realizó su aspiración de visitar Francia, en 1926, envió un cable a la familia anunciándole su llegada a París con el siguiente texto: “Acabo de nacer. Besos”. Bienvenido Bencosme conserva un simpático pergamino de reconocimiento que le hizo la comunidad dominicana en París celebrando la faceta gastronómica de don Bienvenido, luego de una cena en su residencia.        El Comendador Gabriel Bienvenido García Gautier y Montebruno asiló de 1914 a 1924, en el Internado del Santo Tomás, a cuatro hijos de franceses indigentes e instaló a sus expensas las clases de francés gratuitas.

BIENVENIDO GARCÍA GAUTIER

        Nació en Santo Domingo, en la calle Mercedes 39, el uno de agosto  de 1883, hijo de José Gabriel García Montebruno y Julia Gautier Hinojosa. El Montebruno procede de un antepasado que fue conde en Francia. Cursó sus primeros estudios en la Escuela La Fe, dirigida sucesivamente por Pantaleón Castillo, Álvaro Logroño y Mario A. Saviñón. En la Escuela Normal tuvo como maestros a Manuel de Jesús Peña y Reynoso y a Eugenio María de Hostos.

        Además de los cargos citados fue profesor secretario de la Escuela de Bachilleres, Inspector de Instrucción Pública en Montecristi, Secretario de la Comisión Reformadora de los Códigos, Presidente del Tribunal Penal de Primera Instancia del Distrito Judicial de Santo Domingo, Cónsul Real de Grecia. Era miembro de la Academia de la Lengua.  Fueron múltiples las condecoraciones que recibió en vida como innumerables fueron sus obras sociales.

        El veintiséis de diciembre de 1908 casó con Zaida León Castro con quien procreó tres hijas: Francia, Juana de Arco (Jeannette) y Galia.  Su Nieto “Cibién” es hijo de Donato Bencosme y Jeannette García Gautier.  Don Bienvenido falleció el diez de abril de 1947.

LA CALLE

El diez de abril de 1975, al conmemorarse el 28 aniversario de su muerte, fue designada con el nombre de Bienvenido García Gautier la antigua calle Camino Central, que partiendo de la avenida John F. Kennedy cruza el sector de Arroyo Hondo hasta finalizar en la Luis Amiama Tió.

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