Bienvenido, magistrado

Bienvenido, magistrado

El Consejo Nacional de la Magistratura  acaba de elegir a  los jueces de las Altas Cortes, nombre que se le ha dado al proceso de seleccionar a los jueces de la Suprema Corte de Justicia, del Tribunal Superior Electoral y del Tribunal Constitucional, con lo que ha completado las instituciones más trascendentes que para la vida democrática establece la nueva  Constitución de la República.

Para beneplácito de la gran mayoría de los ciudadanos, cada aspirante presentó una hoja de vida que nos hizo, no sólo sentir orgullo de ser dominicanos, sino que en cada uno de los expositores vimos a un indiscutible miembro de uno de esos tribunales, porque cierto es que talento y capacidad quedaron evidenciados en las diferentes  jornadas que se llevaron a cabo.

En la democracia, cada proceso trae consigo sus traumas, las cosas no siempre salen  como las percibimos. Muchos fueron los aspirantes y pocos los elegidos, por lo que al concluir la jornada, independiente de que se haya hecho o no una buena selección, la elección  deja en una parte de los participantes y de los observadores, un sabor agridulce, deseos   truncos, que hacen ver la otra cara de la moneda.

En esta selección hay una apuesta para afianzar aún más los derechos ciudadanos y democráticos de la población, hay muchas expectativas con los recién llegados  y no tenemos más que decir que sean bienvenidos a ejercer con decoro y responsabilidad sus funciones.

Fue una pena que no pudiéramos escuchar ni conocer, como lo hicimos con los aspirantes, la evaluación de desempeño de los magistrados  que duraron 14 años en el cargo. Era de justicia que la Suprema hiciera una rendición de cuentas de cada uno de sus integrantes,  como manda la Constitución, no sólo a los honorables miembros del Consejo Nacional de la Magistratura, sino a la población en sentido general, sobre los aportes que hicieron durante su ejercicio. Si así hubiese sido, hoy tendríamos  la satisfacción de decir que los que fueron ratificados en sus puestos se lo merecían por el trabajo que realizaron.

Qué alegría siento por muchos de los nuevos magistrados  seleccionados; se lo merecen, apuesto a ellos.

 Qué pena por sentir injusticia en la exclusión de uno de los más prestigiosos jus laboralistas del Continente, el Dr. Julio Aníbal Suárez, de quien a pesar de no haberse presentado su hoja de servicios, tengo el palpito de que lo sustituyeron  por razones que en modo alguno deben obedecer a  no haber cumplido  ejemplarmente  con su responsabilidad, con honestidad, destreza y esmero, requisito sine qua non, que hasta prueba en contrario reúne el ex magistrado y que es el parámetro a tomar en cuenta para toda ratificación, como dice la Constitución.

Bienvenido, Magistrado Suárez, a la sociedad civil, lugar del que se ausentó para servir institucionalmente al país y donde lo esperan para que continúe su inagotable labor de maestro del Derecho Laboral.

Qué afortunados seriamos si al concluir sus funciones, los nuevos integrantes de las Altas Cortes salieran con la frente en alto, como  usted lo hace hoy.

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