Bienvenido seas septiembre

Bienvenido seas septiembre

Mes de banderas,
mes seco, mes
mojado,
con quince días verdes,
con quince días rojos,
a medio cuerpo
te sale humo
del techo,
después
abres de golpe las ventanas,
mes en que sale al sol
la flor de invierno
y moja una vez más
su pequeña
corola temeraria,
mes cruzado por mil
flechas de lluvia
y por mil
lanzas de sol quemante,
septiembre,
para que bailes,
la tierra
pone bajo tus pies https://es-es.facebook.com/notes/poemas-de-pablo-neruda/oda-a-septiembre-pablo-neruda/709860565728555/
la hierba festival
de sus alfombras
y en tu cabeza
un arcoiris loco,
una cinta celeste
de guitarra.
Baila, septiembre, baila
con los pies de la patria,
canta, septiembre, canta
con la voz
de los pobres:
Pablo Neruda, Oda a Septiembre.
Acaba de nacer un nuevo septiembre, y yo doy gracias al Dios del cielo y la Tierra por ese regalo el regalo, el don de la vida. Doy gracias de poder celebrar un año más en mi vida.
Nací un 8 de septiembre de 1955. Hace ya 62 años. Soy Cabra de Madera y Virgo, una mezcla maravillosa que expresan los dos senderos que confluyeron en mi origen. Dicen que las mujeres que nacimos bajo ese signo tenemos la obsesión por el detalle, a ser perfeccionistas hasta con los otros; además son (somos) quisquillosas. Aseguran que somos racionales, metódicos, ordenados, tan detallistas que difícil que se le pase algún detalle. Por eso son buenos administradores; y además somos capaces de colaborar desinteresadamente. ¡Ay Dios soy perfecta Virgo! Reconozco que puedo resultar molestosa con mi afán organizativo. Suerte que Rafael, además de ser también organizado, me perdona y soporta.
Las personas que somos CABRA DE MADERA, nacimos en los años 1895, 1955 y 2015. Los expertos chinos del calendario lunar afirman que esa cabra es muy creativa, y sobre todo le pone mucha atención a la originalidad. Dicen que es muy activa, hábil, persistente y seria. Estas cualidades, aseguran nos permiten una constante superación profesional y personal. Los nacidos bajo el símbolo de la Cabra de Madera son, somos, respetuosos de los valores ético-morales, por lo que en general tienen, tenemos, un comportamiento generoso, noble, colaborador y muy digno. ¡Qué suerte haber nacido bajo ese animal!
No sé si tenga todas las cualidades de la mujer Virgo ni de la Cabra de Madera, pero lo cierto es que soy esa mezcla de simbologías, el fruto de dos culturas extrañas y complementarias que engloban Oriente y Occidente. Una separación cada vez más estrecha, gracias a la migración que ha convertido al mundo, aunque algunos no lo quieran y lo nieguen, en un crisol de razas. Evidenciando, ya lo he dicho muchas veces, que la humanidad a través de los años ha cruzado los mares, los desiertos y las montañas buscando mejor vida. Volvamos al septiembre de mis amores y mis desvelos.
Hace muchos años, cuando descubrí que para mi amado poeta, Pablo Neruda, septiembre era una obsesión. Parece que con lo enamorado que era, en septiembre encontró alguna mujer que amó apasionadamente. Me puse feliz, más que feliz, eufórica. Mi Pablo no solo expresaba con las más bellas palabras el amor y la rebeldía, sino que también amaba el mes en que el azar me dio vida. Lo primero que descubrí en su pequeño libro “Los Versos del Capitán”, que había un poema que se llamaba 8 de septiembre escrito a finales de los años 40 o principios de los 50 porque la primera edición fue publicada en 1952. Ese día parece que Neruda vivió un éxtasis infinito.
8 DE SEPTIEMBRE
Hoy, este día fue una copa plena,
hoy, este día fue la inmensa ola,
hoy, fue toda la tierra.
Hoy el mar tempestuoso
nos levantó en un beso tan alto que temblamos
a la luz de un relámpago
y, atados, descendimos
a sumergirnos sin desenlazarnos.
Hoy nuestros cuerpos se hicieron extensos,
crecieron hasta el límite del mundo
y rodaron fundiéndose
en una sola gota
de cera o meteoro.
Entre tú y yo se abrió una nueva puerta
y alguien, sin rostro aún,
allí nos esperaba. Pablo Neruda
En septiembre no solo nací, sino que también muchas cosas que han marcado para siempre mi vida ocurrieron en ese mes. El 2 de septiembre uní mi vida hace casi un cuarto de siglo, a Rafael. Y después de ese hermoso día en que unimos nuestras vidas, con amor y paciencia, hemos reconstruido la familia, que hoy nos ha bendecido con tres nietos adorables y distintos. Rafael Eduardo, el mayor es un filósofo y pensador de la vida, que te sorprende con sus preguntas inteligentes. Andrés es un juguetón, activo e incansable. Tiene demasiadas energías para este cuerpo que se resiente. Y Lucas, que en unos días cumplirá un año, y durante estos meses hemos gozado de su risa franca y sus abrazos llenos de ternura.
Agradezco a septiembre porque me regaló una amiga-hermana, de esas que sin tener la misma sangre ni los mismos padres, hemos sido hermanas por más de 50 años. Gracias Amelia Barrera por todos estos años en que nos hemos acompañado en las buenas y las malas. Ella es también una típica Virgo-cabra de Madera. Y quizás por eso, por su sonrisa, su discreción, su manera tan distinta a la mía de ver la vida, su temperamento callado, contra el mío que es espontáneo y abierto, nos hemos complementado. Nos conocemos tanto que sin hablarnos o sin vernos, nos comunicamos.
Ese mes que amo, también me regaló mi Alma Máter, la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. Cada 9 de septiembre celebra su aniversario. En sus aulas, hace ya más de cuatro décadas, templé y forjé mis primeros años de formación universitaria. Hace ya 55 años que existe. Tengo 30 años vinculada a este sueño realizado. Primero como estudiantes, después como docente y administradora académica. En sus aulas he bebido de la energía vital y eterna de la juventud. Allí, los más osados estudiantes han cuestionado mis ideas, y me han obligado a reaprender. Y sigo siendo feliz de ver sus caras de asombro cuando les hablo sobre un tema que despierta su interés.
Septiembre de mis sueños, de mis inquietudes, de mis deseos, de mis anhelos, de mis frustraciones de mis sueños e ilusiones. Porque cada septiembre he tenido por 62 años la oportunidad de renovarme, de renacer para dar gracias por los días vividos.
Septiembre de las lluvias, de los huracanes, del calor tropical que no cesa nunca. Septiembre que llega, septiembre que se va. Y como en los otros meses, algunos, la mayoría más bien, de los problemas seguirán presentes en este mundo lleno de ambiciosos, de codiciosos e insensatos.
Septiembre para seguir transitando hasta que el final de mi trayecto termine. Entonces también estaré feliz, porque la vida es una rueda que en algún momento tiene que detenerse. Y volverán nuevos septiembres, y llegarán nuevas mujeres Virgos y Cabras de Madera que quizás tengan como yo algunos rasgos heredados por haber compartido el mes del azar de haber abierto los ojos al mundo para emprender una vida que estará conformada por elecciones, correctas e incorrectas.
Gracias septiembre por regalarme la vida. Gracias septiembre por ofrecerme tus días para que se produjese el azar de mi nacimiento. Desde entonces te has convertido en el mes que más anhelo, porque además me ofreciste el día perfecto para unir mi vida al amor que una vez fue de verano, y hoy, es un hermoso amor del otoño, de la espera y de la esperanza.

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