Bill Gates (“on Piketty´s”)

Bill Gates (“on Piketty´s”)

Bill Gates se define a sí mismo como un “geek”. Eso es algo así como un “pariguayo estudioso”. Una persona que es muy inteligente y curiosa, especial pero no exclusivamente en el área de la tecnología. Gates es una persona sumamente rica, y es quizá una de las que más ha impactado la civilización actual. Esas dos condiciones, la de ser una persona estudiosa, y la de ser una de las personas más ricas del mundo, lo llevaron al libro de Thomas Piketty: El Capital en el siglo XXI, un muy debatido estudio sobre los efectos de la acumulación en la desigualdad. Bill Gates publicó recientemente su reacción a lo que el definió como su lectura de verano.

En sus consideraciones admite que está de acuerdo en tres cosas con Piketty: primero, que los altos niveles de desigualdad son un problema porque “embrolla” las señales económicas, orientando los gobiernos a favor de los intereses poderosos, “menoscabando el ideal de que todas las personas somos creadas iguales”; segundo, que el capitalismo no tiende automáticamente hacia más igualdad; esto es, según explica Gates, que la excesiva concentración (obviamente de riqueza) puede tener un efecto de “bola de nieve” si se deja sin control; y, tercero, que los gobiernos pueden jugar un rol constructivo en desactivar esas tendencias si (y cuando) deciden hacerlo.

Que alguien con el nivel de influencia de Bill Gates admita que la desigualdad es un tema que vale la pena debatirse y que esté de acuerdo con las tres conclusiones citadas, me parece de la mayor importancia. Toda persona inteligente, y medianamente empática, debería tener claro que la desigualdad no sólo es una tendencia mundial de largo plazo y que sus efectos sociales son, especialmente en momentos de crisis, devastadores. Es decir, los ricos inteligentes también deberían preocuparse con la desigualdad, porque la estabilidad social no está garantizada con un “Hedge fund” (fondo que protege de posibles pérdidas). Y, esta conclusión vale la pena compartirla… especialmente en países como RD, donde la desigualdad implica exclusiones incluso físicas de amplios sectores de la población. ¿Hasta cuándo seguiremos creyendo que la tranquilidad es una aceptación?

No tenemos ninguna expectativa ingenua a partir del artículo de Bill Gates, sólo señalamos como positivo que es lo suficientemente inteligente para reconocer la urgencia e importancia del tema. Sin embargo, y era de esperarse, no está de acuerdo con las soluciones propuestas por el profesor francés, a saber, poner impuestos al capital, para evitarlo hace un acto de prestidigitación con una definición de capitalistas buenos, mejores y malos. Convenientemente Gates pertenece a los que invierten su capital y además son filántropos, es decir a los buenos y mejores que no deben ser grabados. Gates, propone impuestos al consumo de lujo.

En todo caso, admitir la premisa principal: que la lógica de la acumulación es más rápida que la de distribución y que esto es malo es ya un paradigma. Su solución es algo que la democracia tiene que plantearse seriamente.

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