Bill Rood, un americano “aplatanado”

Bill Rood, un americano “aplatanado”

El lunes me ha traído la triste noticia del deceso de don Bill Rood, padre de Alex y Billy, quien por muchísimos años fuera vicepresidente ejecutivo de la Cámara Americana de Comercio de la República Dominicana, donde trabajamos juntos a mediados de los ’80 y pude apreciar cuánto quiso este americano al país de los dominicanos.

Don Bill participó como soldado en la Segunda Guerra Mundial en Europa y le escuché contar, con los ojos azules muy abiertos por la emoción, anécdotas y relatos conmovedores. Recuerdo especialmente el caso de un fiero combate que surgió repentinamente mientras iba conduciendo un jeep y un oficial sentado a su derecha levantó el brazo derecho para indicarle al convoy que desmontaran para pelear y justo al levantar la mano una bala le voló la punta del índice. Una herida que parecía mínima sin embargo mató al oficial, quien sufrió un shock y falleció al instante sin que ninguna otra parte de su cuerpo haya sido herida. “Uno nunca sabe cuál tiro es el más peligroso”, narraba don Bill con su particular acento.

Tras la guerra, aprovechando una ley que financiaba los estudios a los veteranos, Rood se hizo abogado en Nueva York y luego ingresó al FBI, donde desarrolló una exitosa carrera en la época en que esa agencia se ocupaba de la inteligencia norteamericana en Latinoamérica.

Luego realizó una fructífera carrera como publicista en Puerto Rico y vino a dar a Santo Domingo con su esposa doña Katie (q. e .p. d.) y criaron aquí a sus hijos Alex y Billy, quienes orgullosamente dicen sentirse dominicanos. El hermano mellizo de don Bill también vino a residir aquí y falleció hace algunos años.

El señor Rood fue un excelente líder como principal ejecutivo de la Cámara Americana, de la cual había sido presidente antes de ser contratado como vicepresidente ejecutivo. Le tocó el período de expansión cuando de menos de 300 la matrícula se expandió a más de 3,000, a mediados de los ’80. Afable y discreto, excelente tercio, gran jugador de tennis, conocedor de la legislación dominicana sobre la inversión extranjera, Bill Rood fue un incansable promotor del país.

En el mejor sentido, se “aplatanó”. Su deceso me entristece mucho. Siento que el país está en deuda con él. Me alegra haber trabajado bajo su liderazgo.

Seguramente se fue al Cielo.

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