Billy Berroa se siente muy orgulloso de sus 55 años en la narración (1 de 2)

Billy Berroa se siente muy orgulloso de sus 55 años en la narración (1 de 2)

POR CARLOS NINA GóMEZ
Vocación por el deporte, tenacidad, talento, profesionalidad, entereza, honestidad, ética…¡y más de 55 años de éxitos como trabajador -a tiempo completo- en el periodismo deportivo!. Las líneas que sirven de introito al presente reportaje se insertan para resaltar, por todo lo alto de la cima, a Billy Berroa a quien se califica como uno de los más conspicuos, doctos y capacitados miembros de la prensa hispano-hablante.

Porfirio Antonio Berroa Carbuccia (nombre de «pila» de Billy Berroa), a los casi 77 años -nació el 27 de febrero de 1928-, se mantiene bien activo en su oficio.

  Un oficio que, con el desempeño de este nativo de San Pedro de Macorís, gana respeto y dignidad en el área deportiva nacional.

   Cuando este redactor, acompañado del fotoreportero Carlos Alonzo llegaron a la residencia de Berroa -ubicada en una exclusiva urbanización de la zona metropolitana de Santo Domingo-, su esposa, doña Carmen Marina Olmos Vidal de Berroa, ofreció un recibimiento rebozado de una fina cortesía.

   Mientras que Billy, con su característica sonrisa, imitó a su consorte para, de inmediato, ponerse a la orden y comenzar a responder, sin rodeos, todas las preguntas.

   «El Internacional», como se le conoce en los segmentos deportivos del país, estaba consciente -porque la jefatura de las páginas deportivas de HOY, a cargo de Franklin Mirabal, ya se lo había advertido- de que el cuestionario al que iba a ser sometido contenía preguntas de todo tipo…incluida, obviamente, la interrogante: ¿Cuál es su edad?.

  Billy no vaciló en dar una sincera respuesta a la pregunta: «Ya ando casi por los 77 años».El redactor, absorto, con acentuado asombro e incredulidad, lo invitó a que ratificara su contesta. ¡porque no quería creer que, en verdad, sean casi 77 «abriles» los que lleve a cuesta el veteranísimo narrador, comentarista y periodista deportivo en razón de que este casi octogenario ciudadano se observa con unas excelentes condiciones físicas, con toda su lucidez, un semblante cincuentón y, para más asombro, dueño de una singular memoria.

  Por lo que se observa en su cuerpo, con pocas onzas de grasa y partiendo, en lo mental, de la pláctica que puede ostener -¡hasta po horas!- con clara coherencia, hilvanando con precisión sus ideas, ningún ser humano, ni siquiera un profesional de la sicología o biólogo, está en capacidad de determinar la real edad de este petromacorisano.

   Billy Berroa, con sencillas palabras, refiere que si la gente dice que él se ve bien, que luce con todas sus facultades, pues se siente altamente satisfecho y lleno de alegría al tiempo de que atribuye su sanidad física y mental a que siempre ha llevado una vida tranquila, sin aspavientos calleros y acorde con la actitud de un ciudadano que desea vivir en salud.

  Ciertamente, la salud de Berroa está en buen estado, prácticamente al ciento por ciento…y si su salud se nota bastante bien se lo debe, además de su disciplina y orden en la alimentación, a la protección que, siempre, ha tenido de Dios.

SUS PININOS

Billy Berroa confiesa que desde sus años juveniles no era dado al estudio, aunque sus padres (Ramón Berroa Tolentino y Onaney Carbuccia, nativos de San Pedro de Macorís) siempre se preocuparon porque fuera a la escuela.

  Aunque con apuros, porque quería complacer a sus progenitores, terminó sus estudios de la escuela secundaria. Concluyó así el bachillerato.

   Su padre siempre quiso que fuera abogado -o licenciado en leyes-, pues para la época la profesión de jurista era de gran prestigio.

  No obstante, el muchacho, que ya había correteado por las polvorientas calles de su natal San Padro de Macorís, a mediados de 1949, quiso trillar otros caminos.

  Comenzó a ganar sus primeros pesos como secretario del Ayuntamiento de San Pedro de Macorís. El mismo trabajo lo realizó, por corto tiempo, en otras instituciones públicas de aquella provincia del litoral este del país.

   Billy Berroa escribió sus primeras, aunque cortitas, crónicas para dos periódicos de  San Pedro de Macorís…y ahí descubrió que su verdadera vocación era la de periodista deportivo.

   El año 1949 fue el «arranque» para su inserción en la crónica deportiva nacional y comenzó a coloborar, en rol de corresponsal (aficionado) del diario La Nación cuyo editor deportivo era Neftaly Martínez.

 Neftaly le abrió a Berroa la primera puerta (de entrada) a la crónica deportiva nacional y, como debe hacerlo todo novel cronista, el futuro estelar periodista y narrador de béisbol aprovechó el «chance».

   Neftaly Martínez, quien había llegado a la crónica deportiva por «accidente» en razón de que su profesión verdadera era la de dentista, no trabajó mucho tiempo en la jafatura deportiva del periódico La Nación. El cargo fue ocupado por otro exitoso cronista deportivo: Félix Acosta Núñez quien a la sazón se desempeñaba como ayudante del renunciante Editor de Deportes del desaparecido rotativo.

TRIUNFA «EL INTERNACIONAL»

El joven comentarista deportivo puede considerarse como un profesional exitoso «a destiempo». Muchos de los periodistas dominicanos especializados en deportes comienzan a ver sus frutos (de éxito) cuando ya han llegado a la adultez, pero Berroa, siendo un adolescente, empezó a disfrutar del triunfo profesional.

  Pero también, respecto a Billy, se habla de la excepción…porque no figura en la lista de los cronistas deportivos locales que tuvieron, para su despegue, serios obstáculos.

   Billy Berroa -que enseñó talento, disciplina y sobrada capacidad desde joven-, prácticamente nunca tuvo problemas para encontrarse con el triunfo, según lo que se observa en su largo historial profesional.

    Las zancadillas, que son «normales» en el medio periodístico-deportivo dominicano, al parecer no surtieron efectos como para frenar los resonantes éxitos de Berroa.

   Tras su labor como corresponsal del diario La Nación, papel que siguió realizando bajo la égida de Acosta Núñez, Berroa pasó a laborar, también como colaborador, en la radio.

  En la emisora Radio Tricolor, propiedad de Hugo Hernández Llavería, comenzó como narrador de béisbol.

    Esta labor, que realizó en 1951 -en transmisiones de los partidos de béisbol, cuando dio inició la pelota organizada, de verano, en República Dominicana- fue compartida con  Fidencio Garris, Pupo Cordero y Rafael Martorrel. Los citados comentaristas y narradores, todos fallecidos, tenían mucho más vivencias en la radio que Billy Berroa.

  Pedro Julio Santana, uno de los íconos de la crónica deportiva nacional (además de abogado, locutor y un hombre arropado por la más alta honestidad), fue ente-motivación para Billy Berroa.

   Don Pedro Julio Santana, después que Berroa hizo su debut como narrador de béisbol, pronosticó que el novato comentarista y periodista deportivo iba a llegar ¡muy lejos!.

    A propósito, cuando Berroa debutó en una transmisión -de béisbol- a nivel internacional, su trabajo dejó atónitos a los veteranos narradores de entonces.

    Y, nuevamente, el doctor Santana, quien era un fino detallista al observar el trabajo de los cronistas deportivos, en todas sus facetas, elogió el talento del joven cronista.

    Al concluir Berroa aquella (primera transmisión) que se escuchó fuera del país, Santana reaccionó y le manifestó a su pupilo: «óyeme muchacho, te felicito, la transmisión salió muy bien y además ahora te has convertido en un internacional».

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