POR CARLOS FRANCISCO ELÍAS
Conocí esa escultura desde sus incios, la idea brillante prometía una inspiración que bien me recordaba esas titánicas tareas de los grandes navegantes milenarios, que entre el sabor de grandes ballenas y océanos gigantes, fraguaban sueños apenas cubierto por la eterna bruma de la alta mar.
Bronce, Granito y Acero inoxidable, materia en la materia, resistencia en la resistencia, materia perdurable como reflejo de grandes proyectos perdurables de humanidad temprana con descuido en la inspiración de posible misterio futuro.
A veces, quizás se olvida que la tarea del escultor es desafiar a la perennidad, inventarse que no hay fin de la historia, buscar formas y materias para contradecir el tiempo, pero no la memoria, porque los escultores son hacedores de memorias…
Cuando se habla de ruinas, cuando se habla de lo que viento ha logrado dejar, el espìritu de todos los escultores del mundo en silencio se hace uno solo, supongo deben vivir muy orgullosos: porque en un vistazo rápido a la contemporaneidad, se observa con recogimiento que troyanos, hèlenicos por excelencia , los de Delfos o Minos, Atenienses o Espartanos, tienen un gran orgullo de aquellos visionarios de las mezclas de piedra, que todavía exhiben a los tiempos actuales sus obras erguidas como bitácoras monumentales de una presencia confiada.
Los escultores abonan en el tiempo, piedra a piedra, argamasa entre lodo y tierra ( Terracota diamantina, fuego de hilo en quimeras, humanidades que vienen y van, asombro del tiempo descreído, que no logra castigo de ausencia histórica, que no tiene ojos para dormir y pensar en el discurrrir de lo que hemos heredado, como huella extraña del hombre y su obra), porque en su paciencia de hacedores en tierra enemiga e hirsuta, solo el reloj hecho materia de la vida, los vuelve creadores, poetas de paredes y gestos inanimados, que solo en la ficcion del espectador adquiere movimiento y soplo de imaginación.
Es lo que quiero insinuar, con la humildad del gozo debido, con la alegría misteriosa que me produjo la pieza al ser vista: Axis Mundi, eje del mundo en un corazón rojo que apenas despierta como un gigante dormido entre nanas de bambúes y murallas de helechos verdes brillosos y trepadores de columnas, me guió hasta un lugar de China Popular que se llama Changchun, donde desde el mes de Julio, 25, hasta septiembre 6, de este año, escultores latinoamericanos y chinos populares, se dieron cita para hacer un gran bosque de esculturas, entendido como un festival de esculturas internacional.
En el año 2004, escultores de América Latina estuvieron allì en ChangChun: del Salvador Oscar Cerrilo; del Paraguay, (universo de centellas y naranjos, cielos metilenos de guaranias dulces como sus mujeres), Alberto Pistilli; de Guatemala Max Leiva; de Jamaica D. Watson y, finalmente, de República Domicana Bismarck Victoria.
En total fueron 26 escultores, 23 internacionales y 3 de China Popular.
Changchun fue tomada por los artistas, ha sido una presencia de una de las últimas fuerzas actuantes que tiene la humanidad actual, cuando el arte toma las calles, los canallas tiemblan, porque queda en el ambiente un profundo aire de libertad entrañable.
Cuando el arte toma las calles, los políticos sin cerebro también tiemblan, porque la libertad de decir es un ejercicio que la libertad impulsa sin darse cuenta, porque no impone condiciones de expresión para la lectura de lo que los artistas producen.
Eso quizás ha sucedido en Changchun, demasiado esculturas para que la gente simple y sensible, no mire hacia sus deseos reales, demasiado arte y gente de convicciones expresando como miran el mundo, cuando lo pienso, vuelve como ritornello visual, la primera vez que vi el diseño de esta pieza antes de que el proyecto fuera realizado en China Popular, para señas geográficas, en Changchun, vuelvo y pienso y me digo: Axis Mundi, no es una sentencia de navegante perdido, no es la imploración en medio de una tormenta de mares revueltos, nocturnidad salobre que piedad salvaje esconde.
Axis Mundi, nos ha representado en China Popular en un gran festival de esculturas, apuesta de obra y reflexión atinada de un artista hecha en formas especiales, colocada en un espacio que vela por toda esta muchedumbre solitaria y sin identidad que confundida corre en este espectrum de Globus golpeado y casi sin destino.
Una vez más Bismarck Victoria da muestras de un valor reflexivo expresado en una obra que nos contienen a todos los dominicanos y el mundo, en otras palabras, al mundo mismo, porque a veces la insularidad traiciona automiradas, no existe el mundo y nosotros, debemos entender que estamos contenidos en él, con mares y tierras codificada en el globo terráqueo, aunque se nos haga tarde para entenderlo.
Axis Mundis, aspiración de un sueño, eje del mundo, entre corazones rojos y azules, entre redes de mapas que atraviesan el mundo, corredizo de espumas y gentes, senderos de aspiraciones en los que solo pensar el presente, es un blues de intenciones no confesadas, todo eso me produce Axis Mundi, eje del mundo absoluto, clarinada de grandes alegrías y dolores, de mundo que se nos va de la manos en las miserias humanas más terribles, vivir para negar el apocalipsis, es la inspiración de la obra.