POR ELADIO PICHARDO
Con una excelente formación académica, de hablar pausado y con un manejo apropiado del castellano, el escritor cubano-dominicano Bismar Galán narra los momentos difíciles y de satisfacción que le han tocado vivir luego de abandonar Cuba y radicarse junto a su familia en Santo Domingo.
Desde muy joven tuvo un marcado interés por inculcar en los niños y adolescentes el valor de la lectura, proceso que realizó cuando en su país ejercía de maestro.
Se inició en la literatura en 1990, aunque antes ya tenía varios años dedicado a la enseñanza, lo que cultivó por la favorable experiencia de convivencia que observó en su familia, y de vivir una niñez entre plantaciones en las montañas, pues nació en la Sierra Maestra, en Santiago de Cuba.
El contacto directo con la naturaleza de algún modo creó en su persona características de las que debe tener un escritor, un ambiente exquisito para producir textos literarios.
«Hemos sido una familia muy unida y aunque mis padres no son muy instruidos, tienen una cultura amplia y nos inducían, por ejemplo, a la escritura y la lectura. Tras conversar con una persona amiga, le decía que uno de los aspectos que más aportó a que me decidiera a escribir -estoy en formación como escritor porque creo que uno nunca acaba en su formación- fue la tradición moral que hay en mi familia, es decir, el carecer de la televisión, de la radio, el carecer muchas veces de libros, y eso provocó que mi madre se sentara con nosotros y nos narrara historias de una señora que vendía naranjsa, así como otros cuentos que nos envolvían en esa realidad», expresó.
Está seguro que en algunas ocasiones su madre inventaba esas historias. Entonces así esa fantasía lo fue llevando a ese mundo de imaginación y al juntarse todos alrededor de la mesa, eso fue configurando una base para luego proyectar lo que ha escrito, que no cree que tenga mayor trascendencia que aquella que las personas le dan y, sobre todo, los niños.
Sostiene Galán que la escritura se convierte en algo importante e imprescindible cuando alguien desde fuera la ve y la valora, «entonces yo creo que tiene un valor tremendo la literatura en sentido general porque tú puedes expresar lo que puedes expresar el pintor, lo que puede expresar el músico».
Piensa que se puede nacer con un poco de talento para hacerlo, pero el escritor se hace y se forma, y si no aprende a leer y a escribir no podrá escribir un cuento, aunque lo pueda narrar y aunque lo pueda crear, que no es lo mismo.
Alrededor de su vida ha existido una serie de acontecimientos que han provocado que se haya dedicado a escribir. «Cuando te digo un conjunto de acontecimientos es porque las personas siempre dicen que algún fenómeno fue que le provocó que escribiera. Yo creo que se conjugan muchos elementos, y no siempre son experiencias positivas como estas que te comento sobre mi familia».
Estima que hay experiencias negativas que provocan cierto tipo de conexión con la literatura, ya que el propio hecho de la muerte de uno de sus hermanos en 1997 fue un acontecimiento que le cambió un tanto la vida, le hizo verla diferencia, «porque yo antes pensaba que estar lejos de la familia me iba a matar, le iba a provocar un problema a ellos, pero esa muerte me hizo ver que no, que podemos estar en cualquier parte del mundo».
En su tiempo de estudiante, la formación de maestro comenzaba desde que cursaba el sexto grado, y desde entonces ha estado muy de cerca con los niños. «Después he procreado tres niños que son mi adoración, una hembra y dos varones, por lo que la cercanía con ellos ha sido de vital importancia en mi trayectoria como escritor».
Su llegada a República Dominicana
En busca de un mejor futuro para su familia y el suyo propio, cuando Bismar Galán llegó a Santo Domingo, en el 2002, fue a vivir al barrio Simón Bolívar, cerca del río Ozama, donde no había luz, en donde el pan de cada día eran las peleas entre los «tígueres» con la policía, mientras él corría y se escondía.
Asegura que fue una experiencia interesante. «Fui a parar a ese barrio porque mi amigo Antonio Meléndez fue quien me recibió y a quien tengo una gratitud eterna, igualmente a su familia. Ellos me recogieron, aunque vivían con miedo, con el temor de un extranjero residiendo allí, entonces qué hice, un pantalón corto, chancleta, una gorra y un poloshirt por fuera y aprendí como vive la gente de ese sector. Fue un entrenamiento muy fuerte».
Luego consiguió trabajo en el Colegio Dominicano de la Salle, pero durante los tres meses que permaneció en el sector pintó escuelas, ayudó al amigo a vender café e hizo lo que pudo para ganarse el sustento y, finalmente, cuando entró al Colegio logró su estabilidad, trasladándose después al centro de la ciudad para empezar a rehacer su vida como la mayoría de los profesores de ese centro educativo.
Ya un poco estable en el país, Galán sale hacia Cuba en busca de sus tres hijos, Yuli, Mirel y Michel, tiempo después realiza otro viaje para traer a su esposa Maida Blanco.
En los cuatro años que estuvo en la Salle le puso marcada atención a los niños, con proyectos interesantes, motivándolos a la lectura, con el concepto de que el niño tiene que leer cuando quiera leer y en el lugar que quiera leer.
Confiesa que ha tenido que leer mucho literatura infantil, leer bastante al escritor cubano José Martí; ha leído, igualmente a Edmundo de Amicis y otros, «pero el acercarme a ese tipo de literatura para niños y estar en la obligación de leerle me ha hecho acercarme un poco a la técnica de la literatura infantil, acercarme a qué le gusta a los niños»
Tenía 28 años cuando se inició a escribir algunos textos, aunque no creando versos, poesías o ensayos, sino décimas, ya que es un decimero natural. «Escuchaba a mi familia diciendo décima, y eso me motivó». En su familia él es el escritor y no cree que antes de él haya alguien con esa vocación.
Su primera décima se llamó Agonía del Pez, la que hizo público en 1997, cuando hubo la gran crisis económica de Cuba, trabajo que tiene mucha relación con esa etapa. Se trata del pez que se está ahogando y que tratan de sacarlo del agua.
Luego, en el 2002, escribió los cuentos para niños El Valle de los Cerezos, La Jicotea Lali y Viruta, que aparecen en la colección Pata Peluda y otros Cuentos, donde también se encuentran algunos escritores cubanos que forman parte de esa antología.
La verdadera chispa la encendió cuando llegó a República Dominicana, donde participó en la elaboración de una colección de provincias, que se llamó Fragmentos de Patria, que publicó el Banco de Reservas entre el 2002 y 2004.
Sobre Luna de Plata
De acuerdo con Galán, Luna de Plata, su producción más reciente y editada por el Grupo Editorial Norma, es lo más difícil, porque es poesía, pero que además es para niños, y no para un niño grande, sino para el niño que se inicia en la lectura.
Los versos en Luna de Plata son un canto de amor a la naturaleza y a la vida de las personas. Una combinación de sutiles preguntas y singulares respuestas salidas de la imaginación y los sentimientos del autor, de sus hijos, sobrinos y alumnos.
Alguien le preguntaba qué podría recomendar para los niños que terminan el primer grado, «como un regalo le diría Luna de Plata, no porque sea mío, sino porque los niños a esa edad necesitan un libro de fácil acceso, que tenga las letras grandes, que no se cansen, que no lo vean muy voluminoso».
Es un libro cómodo, que esencialmente combina diferentes modos de hacer poesía, «te encuentras desde la redondilla y versos libres hasta décimas, sonetos, es diverso, y esa diversidad se complementa con un tema».
En esa misma unidad temática hay una diversidad extraordinaria, porque lo que subyace como mensaje, «lo que vas a encontrar detrás de esa aparentemente inofensiva poesía, es muy fuerte, entonces si lee el verso ´Angeles´, te encuentra con una conexión total con las etnias, con los grupos, con la discriminación».
En cada uno de esos versos el lector notará algo que tiene mucha significación para el adulto, entonces es un libro que si lo lee un adulto le sacará un provecho.
El hecho de tener el verso «Abuelo, dime por qué», y tratar el tema de esa comunicación entre el niño y el abuelo ya está dejando un mensaje. Esencialmente, el libro es un conjunto de preguntas que las personas se van haciendo, y que a veces no se le ve importancia, pero hay que notar que los niños hacen una pregunta con esa capacidad que tienen de retener todas las respuestas.
En Luna de Plata el autor toma como protagonista a Daniela, su sobrina, ella se mueve por el libro. Daniela se pregunta, interroga, Daniela da mensaje, y en una ocasión alguien le preguntaba ¿Cómo se te ocurre hacerle una poesía al humo?, «porque para nosotros los adultos más o menos humos qué nos importa, al carajo con el humo, se fue, pero para el niño, por qué el humo», entonces oye como dice: «el humo en la chimenea sube feliz, sin lamento, se escapa en su libertad, se pierde con su silencio ¿Hasta dónde irá tan solo? ¿No le teme a las alturas, al sol, al frío ni al tiempo? ¿Dónde va a parar el humo que corre suave en el viento?».
El lector se dará cuenta que ahí hay musicalidad, es decir, no hay rima directa, ni asonante ni consonante en algunas poesías, pero sí hay musicalidad, además del mensaje.
Apunta Galán que la poesía es para disfrutarla, que el niño la lea, que la disfrute en esencia. «Entonces en este trabajo encontrará una décima, versos libres, soneto, hay de todo, y eso es esencialmente Luna de Plata, que tiene 48 páginas y se vende en todas las librerías a RD$180. «Luna de Plata creo que es lo mejor que he hecho, que no es ensayo».
Ahora bien, «no hacemos nada con Luna de Plata, no hacemos nada con Pata Peluda, no hacemos nada con que Editorial Norma esté trabajando en función de la lectura y buscando que los autores nacionales tengan sus libros, si no se trabaja lo suficientemente con los niños.
El destacado escritor cubano Jorge L. Legrá ha escrito que: «atinadamente publicado por el Grupo Editorial Norma, Luna de Plata convence, lo que demuestra respeto y conocimiento hacia los lectores a quien va dirigido el texto».
Refiere que: «a partir de su inserción en los espacios de conciencia del niño, el poeta nos acerca a un mundo donde el cosmos y la naturaleza se fabulan continuamente para entregarnos deliciosas visiones, como esa donde un caballo rosado es capaz de transportarnos más allá del cielo azul, hasta otro cielo dorado; o aquella en que la luna aparece como un gran nido lleno de raros polluelos».
Señala Legrá que «la presencia de la luna es casi omnipresente en todo el cuerpo del libro: percibida a veces como una porción gnoseológica en la que los infantes intentan descubrir las cosas significándolas».
Perfil
Bismar Galán nació en El Pilón, Sierra Maestra, Santiago de Cuba, en 1961. Es licenciado en Educación, ensayista, narrador y poeta; miembro del Grupo Literario «Café Bonaparte» de Baire, Cuba.
Ganador de varios premios literarios, entre ellos: Concurso «24 de Febrero» (Baire, 2002), con El Valle de los Cerezos (cuento para niños); Concurso «20 de Mayo» (Contramaestre, 2002), con Agonía del Pez (décima) y La Jicotea Lali (cuento para niños).
También, obtuvo el segundo lugar en el Concurso de Literatura Deportiva «Juan Bosch» (Santo Domingo 2006), con el ensayo Los Tigres del Licey. Un siglo de identidad y fanatismo, el que se piensa poner en circulación para la próxima temporada de béisbol dominicano. Es autor de Ojos Verticales, publicado en el 2003 por la editora Delfos.
Varias de sus obras aparecen dispersas en antologías y revistas, mientras como investigador ha tratado temas socio-culturales; ha participado en importantes eventos internacionales y obtenidos distintos galardones, entre ellos: el premio compartido de la Ford Motor Company en su sexta entrega (Santo Domingo 2005), con el tema Conservación de los chuines de Baní.
En el 2006 representó al país en el congreso de historia Canarias-Americana, en Gran Canaria, en donde auspiciaron un concurso de investigación que ganó con un trabajo sobre la migración canaria a República Dominicana, específicamente a Baní, y que ya es un proyecto del que luego publicará un libro que se llamará Los Isleños de Baní.
Galán es Coordinador del Grupo Editorial Norma, en donde coordina todo lo que es la producción del libro para las escuelas. Actualmente acaba de trabajar una serie nueva del libro de español para todos los colegios.
Destaca que el gerente de Editorial Norma, Guillermo Cotes, tiene la esperanza de publicar cada año varios libros de escritores dominicanos, lo que anteriormente no se hacía, «pero ya vamos por diez libros publicados, entre ellos de Carmen Imbert Brugal, Haffe Serulle, Avelino Stanley, Adriana Mukien Sang Ben, Armando Almánzar.
Es nacionalizado dominicano desde el 2006, y reitera su agradecimiento a cada persona que le ofreció su mano y por acogerlo un país al que admira con lo bueno y con lo malo, además de que está interesado en ayudar a que las cosas en esta nación marchen como debe ser, tras asegurar que donde quiera que esté siempre hará lo que hace, hacer un trabajo bien, cada vez mejor.