Bizqueras emocionales

Bizqueras emocionales

Todas las semanas, cuando intento escribir mi artículo para el sábado, sufro una indecisión paralizante. ¿Es justo seguir tratando los conflictivos temas que angustian a la población de lunes a viernes? La escasez de agua, la interrupción del servicio de energía, la acumulación de basura en algunas calles, son asuntos ingratos que no deberíamos mencionar los sábados por razones de higiene mental. Nuestro país confronta dolorosos problemas en relación con el flujo masivo de inmigrantes haitianos; con la tala de los bosques para la fabricación de carbón; con la conducta de muchos funcionarios del gobierno de Haití. Tampoco estos temas -importantísimos- me parecen buenos para los sábados.
Surgen entonces lo que llamo bizqueras emocionales. Quisiera apartar de mi cabeza y de las de mis lectores, esos problemas espinosos que despiertan pasiones políticas e ideológicas. Creo que la cólera y la impotencia no son emociones que debamos “liberar” los sábados y domingos. En cambio, la rapacidad de los políticos o el “alto costo de la vida”, son temas para lunes y martes, cuando ya hemos descansado el “week-end”. Obviamente los problemas son permanentes, pero su enfrentamiento requiere una suerte de “protocolo de manejo”… para evitar el deterioro psíquico de los responsables de examinarlos o afrontarlos.
Gracias a Dios, el periodista puede mirar hacia un lado u otro de los conflictos humanos, sean estos sociales, políticos o culturales. Sin embargo, esta “bizquera” o actitud esquizoide, me asalta todos los viernes. Prefiero entonces agarrarme de las muchas bellezas de la ciudad de Santo Domingo; y taparme los ojos frente a las cosas desagradables que ocurren en la “ciudad Primada de América”. Miro los árboles de algunas avenidas: caobos hermosos de troncos renegridos; flamboyanes florecidos que nos atrapan los ojos con su incendio magnífico.
La ciudad colonial de Santo Domingo es para mí de gratísima contemplación. Calles, edificaciones del siglo XVI, hoteles recién instalados, restaurantes, constituyen un conjunto muy atractivo para el turista extranjero; y para el dominicano que reside en las afueras. Los recientes trabajos de conservación de viviendas, reparación de vías, organización del tránsito de vehículos, hacen más vividera la ciudad levantada por Nicolás de Ovando. Una visita a la zona colonial es recomendable, especialmente sábados y domingos.

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