MANCHESTER GB (AFP).- Reconociendo que le es difícil dejar el poder, el primer ministro Tony Blair se despidió, con emoción a veces salpicada de humor, de su Partido Laborista, en un discurso ayer, martes, en el que defendió su política exterior y la agenda progresista que transformó a Gran Bretaña.
Es difícil partir, admitió Blair, con contenida emoción, ante millares de delegados laboristas reunidos en Manchester (noroeste de Inglaterra), que le rindieron una ovación de pie de más de siete minutos.
En un elocuente discurso de una hora, interrumpido más de 50 veces por aplausos, Blair hizo un balance de sus nueve años a la cabeza del gobierno, apelando a su partido a continuar y profundizar los valores progresistas del Nuevo Laborismo, del que él fue, junto con Gordon Brown, el arquitecto.