MADRID. EFE. Hay temas en los que todo el mundo se considera experto; acá en España se dice que todo el mundo sabe más de fútbol que el seleccionador nacional, entiende más de política que el presidente del Gobierno, sea éste quien fuere, y, desde luego, sabe muchísimo más de gastronomía que cualquier crítico.
Bueno. La política es algo que nos rodea, el fútbol es la pasión nacional y la gente, afortunadamente, come dos, tres o más veces al día. Es de suponer que cuando uno hace una cosa varias veces al día, todos los días de su vida, acaba entendiendo de esa cosa. Pues… va a ser que no tiene por qué ser así, visto lo visto en esa plaga moderna que conocemos con el nombre de blogs.
Hay, claro está, montones de blogs dedicados a la gastronomía; apenas hay crítico gastronómico que se haya abstenido de crear el suyo propio… y les puedo asegurar que ahora son pocos los que no se arrepienten, pero esa es otra historia. En esos blogs, el titular escribe periódicamente… y sus lectores lo hacen también, pero más bien de forma compulsiva.
Opinan. Me parece muy bien: todo el mundo tiene derecho a opinar. Lo que pasa es que hay que saber también opinar. Opinar no es arremeter contra un restaurante, o un cocinero, porque a uno no le ha gustado lo que le han dado de comer o le ha parecido demasiado caro. Pocos blogueros tienen el cuidado de escribir que algo no les ha gustado: escriben, directamente, que era una porquería. Y bien puede ser que no les haya gustado, porque hay que estar muy comido para entender ciertas cosas, pero no tiene por qué ser malo.
El bloguero es el paradigma de la subjetividad. Como tiene foro, y es gratis, hala, ahí voy, a sacudirle a todos, porque yo sí que entiendo de esto. Hasta ahora, los lectores con algo que contar acudían a las cartas al director de los diarios. Pero eran, en general, más prudentes. Parece que ver la opinión propia en letra impresa impone más que la pantalla.
Y, sobre todo, una cosa: los diarios suelen exigir a quienes escriben cartas para esa sección que se identifiquen, que den su nombre, sus apellidos y hasta el número de su tarjeta de identidad.
Bloguero
¡No me interesan!
Hace tiempo que dejaron de interesarme los blogs. Me encanta, naturalmente, leer cosas sobre gastronomía, pero escritas por quienes conocen y dominan el tema. Lo demás… me parece del mismo nivel que una discusión de fútbol en la barra de un bar. O no: peor. Porque lo del bar es, al fin y al cabo, una forma de compartir las opiniones.