BM favorece cambios a subsidios 
Pide otorgarlos para capital humano y no para dar bienes

BM favorece cambios a subsidios  <BR><STRONG>Pide otorgarlos para capital humano y no para dar bienes</STRONG>

POR CLAUDIO CABRERA
El Banco Mundial prefiere que los subsidios sean focalizados directamente para proveerlos a los sectores más empobrecidos de la población (familias y personas) en vez de continuar la práctica clientelista que inició desde 1930 al iniciarse la época de Trujillo, en que se generó una tendencia en otorgar excesivos gastos proveyendo de bienes privados a personas necesitadas, pero a costa de descuidar invertir en capital humano.

El organismo multilateral enfatice la necesidad de reenfocar toda la gama de subsidios otorgados a las familias a través de servicios tan importantes como programas de educación, salud y otros que contribuyan a sostener el principio de equidad social.

El documento resalta que históricamente en la República Dominicana “los programas de asistencia social han crecido de manera desarticulada dentro de un contexto caractrizado por un grado muy alto de dispersión institucional y de clientelismo político”.

También destaca “la falta de una planificación estratégica general y la ausencia de sistemas de seguimiento y evaluación que evalúen los logros y los resultados de los programas”.

El último informe del Banco Mundial sobre el país sostiene que la distribución del gasto público general de República Dominicana se diferencia significativamente de la de los países con los que se compara en el hecho de que sobreenfatiza la provisión de bienes privados, los subsidios e inversión no focalizados.

Asegura que de hecho, el país mantiene un alto nivel relativo de subsidios en comparación con los otros países de la región, agregando que los gastos para asistencia social y en subsidios aumentaron en los últimos diez años tanto en el porcentaje del Producto Bruto Interno, como en relación a la cuota del total del gasto.

 

Clientelismo empaña subsidios

Según indica el informe del Banco Mundial sobre la realidad económico-social dominicana el ambiente de clientelismo que históricamente ha permeado la vida política desde la Era de Trujillo (1930-1961) “ha generado excesivos gastos en la provisión de bienes privados (o en proyectos de inversión) en vez de invertir en capital humano o en otros bienes públicos debido a que esas formas de gastos pueden ser “enfocados” más directamente y pueden ser usados para recompensar patrocinadores y simpatizantes de los partidos”.

Desde la Era de Trujillo los gobiernos que le han sucedido continuaron ejercitando, entre otras, las funciones de productor y administrador de bienes y de servicios de primera necesidad utilizando los gastos de asistencia social como un medio a través del cual obtener el apoyo político de los votantes.

Al respecto cita que durante el período 1996-2000, la Oficina Nacional de Planificación (Onaplan) desarrolló por primera vez un mapa de pobreza con la idea de canalizar el gasto social, incluyendo la asistencia social a los segmentos más pobres de la población de una manera más transparente.

 

Focalización familiar, nueva idea de pobreza

A pesar del mencionado avance, la idea de desarrollar un sistema para canalizar las intervenciones de asistencia social a los más necesitados, de acuerdo a criterios objetivos de pobreza “ha tomado forma sólo muy recientemente, con el desarrollo de mecanismos de focalización familiar basados en métodos de aproximación por el Sistema Unico de Identificación de Beneficiarios”.

En ello estriba el interés de las autoridades por variar las vías de otorgar el gasto social por el nuevo sistema de subsidio focalizado, para lo cual se estudia la decisión de variar la canalización, entre otros, de los subsidios al gas licuado de petróleo (GLP) y a la electricidad dirigido a familias y personas pobres del país.

 

Banco Mundial | República Dominicana

Reducción de la pobreza y crecimiento: Círculos virtuosos y círculos viciosos

 

Principales cifras

El crecimiento es decisivo para la lucha contra la pobreza. En promedio, por cada 1% de crecimiento económico, la pobreza disminuye en 1,25% en América Latina (Capítulo 4).

 

Alrededor del 25% de los habitantes de América Latina vive con menos de US$2 al día (página 21). Mientras China experimentó tasas anuales de crecimiento per cápita de aproximadamente 8,5% entre 1981 y 2000, lo que redujo la pobreza en 42 puntos porcentuales, el PIB per cápita de América Latina disminuyó en 0,7% durante los años ochenta y aumentó alrededor de 1,5% durante los años noventa, sin que los niveles de pobreza cambiaran en forma significativa. En el caso de la República Dominicana, el elevado crecimiento de un 6% del PIB per cápita durante 1997-2000 solamente redujo la pobreza en 1 punto porcentual. Como resultado de la crisis financiera de 2003-2004, 16% de la población (1,5 millones de dominicanos) cayó en la pobreza.

La pobreza tiene un efecto negativo y de gran importancia sobre el crecimiento y también es un factor significativo en materia económica. En promedio, un aumento de 10% en la pobreza reduce el crecimiento anual en 1 punto porcentual (página 116). Es probable que un aumento de la misma magnitud en la pobreza esté asociado con una disminución en las inversiones de entre 6 puntos porcentuales y 8 puntos porcentuales (página 119).

Con excepción de África al Sur del Sahara, América Latina y el Caribe es la región que presenta mayor desigualdad. El 10% más rico de la población de la región percibe 48% de los ingresos totales, mientras que el 10% más pobre sólo percibe 1,6%. En la República Dominicana, el 20% de las familias más ricas concentran el 56% del ingreso nacional, mientras que el 20% más pobre recibe sólo el 4%. En los países industrializados, en cambio, el 10% superior recibe 29,1% del ingreso, mientras que el 10% inferior recibe 2,5%. Si América Latina tuviera el nivel de desigualdad del mundo desarrollado, sus niveles de pobreza de ingreso estarían más cercanos al 5% que a la tasa real de 25% (página 45).

La comparación entre regiones al interior de los países revela diferencias asombrosas en los niveles de prosperidad. En 2000, el ingreso per cápita en la comuna más pobre de Brasil alcanzaba apenas el 10% de aquel registrado en la comuna más rica; en el caso de México, el ingreso per cápita en Chiapas era sólo un 18% de aquel registrado en la capital (página 129). Las diferencias regionales representan más del 20% de la desigualdad en Paraguay y Perú y más del 10% en la República Dominicana y la República Bolivariana de Venezuela. En Bolivia, Honduras, México, Paraguay y Perú, la diferencia en los recuentos de pobreza entre una región y otra es de más de 40 puntos porcentuales (página 130).

El mejoramiento de las capacidades a través de la educación formal ha sido mucho más lento en América Latina y el Caribe que en Asia oriental. En la República Dominicana, por ejemplo, uno de cada tres jóvenes entre 18 y 25 años no completa la escuela primaria y un tercio de los que terminan, no acaban la secundaria. El resultado es que gran parte de la región sufre importantes déficit en escolaridad secundaria y terciaria y menor acumulación de años promedio de educación (página 167).

Sólo una educación universitaria asegura ingresos suficientes para escapar de la pobreza, pero los títulos universitarios benefician más a los ricos que a los pobres. En países como Chile, Nicaragua y El Salvador, los profesionales con títulos universitarios mejor pagados disfrutan de una rentabilidad de la educación terciaria que supera en 30% a 40% la rentabilidad de los profesionales universitarios en trabajos de menor remuneración (página 186). La rentabilidad de la educación en la República Dominicana es de las más bajas de América Latina y el Caribe.

Tener una madre sólo con educación primaria aumenta el riesgo de deserción escolar en 1,6 veces en Chile, 1,3 veces en la República Dominicana y en 60% en El Salvador, en comparación con tener una madre con estudios universitarios. Si el padre también tiene poca educación, el riesgo de fracaso escolar aumenta en hasta 1,4 veces en Chile y en 40% en la República Dominicana y El Salvador (página 191).

Los niños y jóvenes del 20% de las familias más pobres enfrentan mayor riesgo de fracaso escolar en comparación con aquellos provenientes de familias de clase media. Este riesgo oscila desde 55% en Brasil, 40% en la República Dominicana, hasta 20% en Chile. El riesgo de fracaso escolar debido a limitaciones de oferta es un 40% más alto en las áreas rurales de Brasil, Colombia y Nicaragua, y un 20% más alto en las áreas rurales de la República Dominicana.

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