El 6 de febrero de 1945 en Nine Mile, un poblado de la parroquia (provincia) de Saint Ann, Jamaica, nació Bob Marley. Hoy cumpliría 75 años.
Cantante y compositor de reggae, un estilo musical signado por la fuerte presencia de su base rítmica -bajo más batería y la repetición de acordes- que hoy es banda de sonido global, Marley es el mayor mito cultural, social y polìtico de Jamaica.
Una pequeña isla caribeña a la que además suele asociarse con playas paradisíacas, pobreza estructural, la velocidad de sus atletas (Usain Bolt, tricampeón olímpico y recordman mundial de los 100 metros llanos, el más notorio), el consumo “espiritual” de la marihuana y relacionado a ella, la práctica de la religión rastafari que aboga por el regreso de las tribus negras de todo el mundo a su madre tierra, África.
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Marley fue un elegido, un chamán: inesperada mezcla de Jesucristo y el Che Guevara con una cosecha de brillantes canciones sociales, esparció la tríada reggae-marihuana-rastafarismo por el mundo.
Tomó un ritmo popular de su tierra y lo convirtió en patrimonio universal. Y ya nada fue igual. El relevante crítico de música pop del New York Times, Jon Pareles, escribió una vez: “Bob Marley se convirtió en la voz del dolor y la resistencia del tercer mundo, una víctima en la jungla de cemento que nunca renegó de sus orígenes. Los marginados de todo el mundo siempre escucharán a Marley como su propio campeón”. Y así, en parte importante de sus vidas, de nuestras vidas.
Las canciones de Marley -entre las más escuchadas del mundo junto con las de los Beatles y los grandes éxitos de la bossa nova- hablan de pobreza, justicia, opresión pero además claman por dignidad y alimentan la esperanza. Hay algo ahí, en cada una de ellas, que hacen que cada oyente -sea dónde sea y en el tiempo en que suceda- se sienta valioso y único.
A continuación algunos de sus temas más escuchados: