Ajuzgar por la situación que refleja una nota del corresponsal Diógenes Tejada en la edición de ayer de este diario, los habitantes de la zona de Boca Chica-Andrés viven en una especie de infierno. ANDRÉS, BOCA CHICA.- Organismos oficiales de la Provincia Santo Domingo acordaron ayer enfrentar con más firmeza, junto a las entidades representativas, la ola de crímenes, asaltos, robos y violaciones sexuales que azotan a esta comunidad, dice la nota.
Agrega además que en menos de un mes tres jóvenes fueron asesinados por asaltantes, el último de ellos el comerciante Eddy Diloné Rosario Taveras.
Y eso, que esta nota no refiere lo que ya han informado numerosos reportajes de prensa y televisión sobre la rampante prostitución infantil y la escenificación de actos inmorales en la playa de Boca Chica, la proliferación alarmante del Sida, los colmadones que no dejan descansar a la gente, el peligro constante en que viven pacíficos ciudadanos a causa de la delincuencia.
Lejos están los días en que cientos de residentes de la Capital se trasladaban los sábados y domingos a la entonces paradisíaca playa de Boca Chica, hoy convertida en un albañal.
Hasta finales de los años 60 Boca Chica era una tranquila aldea de pescadores y Andrés un dinámico poblado industrial y portuario. Entre ambos no llegaban a 2,000 habitantes, mientras hoy pasan de 30,000.
Muchos atribuyen la degradación de Boca Chica y Andrés a la expansión descontrolada del turismo, que ha traído aparejada una inmigración que los habitantes no dudan en calificar de indeseable.
Los naturales de la zona añoran su época aldeana.