La playa de Boca Chica es un relajante natural cualquier día de la semana, sino observen a esta pequeña un martes 28 de enero. Fotos/José de León
A unos 39 kilómetros de distancia y a 34 minutos para llegar desde el Distrito Nacional, se encuentra Boca Chica, destino que podría ser el ‘escape público’ perfecto, cualquier día de la semana, para quienes deseen alejarse del bullicio de la ciudad.
La contemplación de su hermosa playa de aguas turquesas y arenas blancas, la competencia -en cuanto a belleza- entre sus aguas y arrecifes, sus senderos, algunos naturales y otros construidos, podrían ser, por demás, una de las opciones cercanas para estar en contacto con la naturaleza.
Sin embargo, esta joya turística del país, es una de las menos valoradas, por los dominicanos, la mayoría de los cuales tienen temor de acudir a darse un chapuzón o comer su característica gastronomía, tales como los ricos yaniqueques, pescados fritos, y muchas otras clases de mariscos que allí se expenden.
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Sería bastante acertado y por demás aplaudido que las autoridades de Turismo hicieran un ‘zoom’ hacia el poblado de Boca Chica, donde hay una gran cantidad de hombres y mujeres trabajadoras que viven de sus atractivos turísticos, el cual ven amenazado.
Quienes fomentan la desconfianza en este destino, poco le importa la imagen de la República Dominicana, ya que lo que buscan es beneficios a corto plazo.
Recorrido por Boca Chica
Este martes 28 de enero, hicimos un recorrido por este poblado, para palpar su ritmo diario, y conversar con sus moradores. Nos adentramos por sus calles y áreas principales como: La llamada ‘Esquina Caliente’, lugar de imagen descuidada, que para pertenecer a un poblado turístico, podría brindar una mejor cara a los visitantes.
Recorrimos toda el área de la costa y parques de su alrededor y, realmente todo requiere de atención. Los basureros saltan a la vista, incluso en las áreas médicas del lugar, los juegos, bancos y otros elementos del parque están destruidos.
Y, al llegar a la playa, desde la marina, recorriendo a donde la llaman Andrés, observamos igual deterioro en los típicos paragüitas, dispuestos para quienes deseen disfrutar de la playa ‘más cómodamente’.
Sobrevaloran los precios
Brador Sánchez ‘El rubio de la playa’, quien tiene 44 años ofreciendo sus servicios en este poblado, nos dice que aunque “siempre se pica algo, aunque sea para comer”, “está medio lento”.
Afirma que este destino podría ser mejor si no existiera el problema de la desconfianza del visitante hacia quienes les ofrecen sus servicios.
Menciona a los denominados ‘figones’, una especie de intermediarios, quienes junto a muchos propietarios de negocios, dice, sobrevaloran los precios de los servicios en la playa.
“Yo soy de los que se opone a esta práctica. los precios de los servicios debe salir del mismo negocio, yo soy quien se encarga de los servicios que ofrezco”.
“Entiendo que las autoridades de Turismo y Politur deberían intervenir a quienes se presten a esta práctica”.