Boca de Cachón, la tristeza del olvido infinito

Boca de Cachón, la tristeza del olvido infinito

MARIEN ARISTY CAPITÁN

Como los de la tierra, los surcos de su piel hablan de tiempo, dolor y olvido. Son tantos los infiernos que aún le toca superar que parece tener algunos 100 años cuando en realidad sólo tiene 83. Pero su físico no duele. Son las palabras de Vitalia Recio, una ama de casa que intenta sobrevivir en Boca de Cachón, las que lastiman el alma y nos obligan a mirar hacia ese pueblo que fue entregado con bombos y platillos el 23 de abril del año 2014.
“Nos trajeron a este pueblo a jondearnos sin comida y sin nada, no tamos criando ni un chivito ni una gallinita; donde usted está tiene que estar criando su animalito”, afirma para ilustrar lo que están viviendo las familias que viven ahí, sin empleos, con unos proyectos agrícolas abandonados y con falta de agua potable y de escuelas técnicas.
A dos años y cuatro meses de haber llegado al lugar, con la ilusión de comenzar una nueva vida en un pueblo hecho a su medida y dejando atrás la incertidumbre de la crecida del Lago Enriquillo, aún esperan que estén listos el asilo de ancianos, el politécnico, el centro comunal y el mercado. También que equipen el Cuerpo de Bomberos, abran algunas oficinas públicas e inicien el proyecto de siembra de aguacates y frutas. Necesitan tener de qué vivir porque las raciones de alimentos que el Gobierno les entrega cada 15 días no son suficientes para comer bien.
¿Dónde quedó el proyecto estrella del presidente Danilo Medina? ¿Por qué dejan a esta gente a su suerte? ¿Olvidan que están en medio de la nada? Es triste pero ellos navegan en los mares del olvido e intentan subsistir aferrándose a lo único que les queda: los deseos de vivir.

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