Boca de vidrio

Boca de vidrio

RAFAEL GONZÁLEZ TIRADO
Deambulaba por las calles de Santo Domingo. Decía haber nacido en San Francisco de Macorís, pero a nadie le interesó averiguarlo ni venía al caso.

En su primera juventud fue apuesto, caballeroso y pulcro. Había algo extraño en él, aunque no podíamos descifrarlo, pues no se había desarrollado ni nosotros teníamos experiencia para penetrar en esas interioridades. Por el momento quedó en el aire.

No sabíamos a qué centro de educación asistía y nunca nos hablaba con claridad. Con todo, era chispeante, ocurrente y trascendía cierto conocimiento para su edad.

Pasaron algunos días y se movilizó, durante la segunda intervención armada norteamericana a nuestro país, entre los años 1965 1966. Parecería que desempeñó algún papel patriótico y entusiasta, por las movidas que realizaba en Villa Francisca, San Carlos y Ciudad Nueva.

Pasada aquella etapa, lo vimos desplazarse por muchos sitios. Sin embargo, sus ambientes naturales estaban entre el Palacio de Justicia de Ciudad Nueva, el Palacio del Congreso Nacional y el Palacio de Justicia de la Feria. Por allí tenía muchos amigos y había aprendido a vivir del discurso «político» de la época, que él ensamblaba a su manera. Así lo vimos declinar…

Vivíamos bajo el período post revolución de los doce (12) años de Joaquín Balaguer.

Y nuestro amigo se fue haciendo cada vez de un discurso propio del momento, con el que se ofendía al contrario, con los calificativos de imperialista, comunista, revisionista, cívico, balaguerista, trujillista etc…

Declinaba con el lenguaje a cuesta y algún descuido en el aseo y la vestimenta. Perdía el cabello y le retozaban algunas canas. Había aprendido a vivir en las calles, con gran habilidad de su discurso de vidrio, cortante, impactador.

Cierta vez me dijo:  Fernandito, Fernandito…

Intervino un hermano mío  Ese no es Fernandito. Ese es Rafael (Lalo).

 No te metas tú en el asunto. Eso es algo que a ti no te importa..

Con los días decayó tanto, que ya no lo dejaban entrar al Congreso. Sólo hacía los «picoteos» a la puerta de entrada.

Alguna vez llegó a decirme:  Fernandito, háblamele a Fulana a ver si nos casamos, que ella maneja un buen chequecito.

Se trataba de una funcionaria administrativa de buen nivel en la Cámara de Diputados.

No le contesté nada.

Aquella actitud o descortesía no le agradó. Y varios días después, me dijo:

 No te creas que esa son las mujeres que a mí me gustan. A mí me gustan a la altura de: Yolanda Martínez (Rep. Dom.); Claudia Palacios (CNN, Atlanta); Nicole Kidman (actriz, australiana.); Jennifer López (actriz de cine puertorriqueña).  ¿Y tu enamoramiento es platónico o de otra naturaleza?

Bajó la cabeza y se entruñó un momento; entonces intervine para romper el silencio:  ¿Y cuál es la que más te gusta para casarte?

Ahora alzó la cabeza y me respondió con arrogancia:  Yo no estoy autorizado a dar declaraciones a la prensa.

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