Boleros
Contra el olvido Rafael Colón

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No hay casualidad posible, cuando me paro ante el curioso estante móvil  de discos compactos que tiene Casanova en la calle El Conde con José Reyes, cuyo lema es que si a usted le falta alguna música o artista es porque quiere, porque él puede  “conseguir la música o el artista que sea…” 

Era una tarde de sábado en que  la complicidad y  los “raros” gustos musicales  que compartimos con Francis Mesa, nos llevaron a curiosear por la variada y disímil oferta discográfica.

Allí hice una compra que atestigua lo anterior: “33” de Luis Miguel, uno que recopila grandes éxitos de la Fania All Star en la voz de Maelo Rivera, Simone, de Simone (donde está Procuro Olvidarte, Deslices, Todo por amor) y Apasionado de Rafael Colón.

Esa misma noche, fue propicia para invitar un par de amigos a la casa, para disfrutar de la compra del día.

Me dio mucha alegría -y nostalgia- escuchar la voz de Rafael Colón. Recordé en su voz, pasajes indescriptibles de mi infancia, que me gustó recobrar.

Hice como siempre que compro un disco nuevo, me la cojo con él, y lo escucho una y otra vez. 

En ese trajín de un día a otro, voy recordando su alargada figura, con razón le apodaron la espiga de ébano, era alto y con los ojos color miel.

Y dejo  correr por mis venas, a través del oído, la hondura y belleza de “su voz”.

Una voz que habla de un tiempo y de un país “yo te admiro aunque lejos de ti/ adorada Quisqueya de ayer/ por tu nítido cielo sin par/ por tus puestas de sol sin igual…/”

 Oírlo me trae  el recuerdo de esa época bohemia en que a los artistas apenas les pagaban. Lo que  llevó a su devoto Jesús Torres Tejeda a  rendirle homenaje, junto a un grupo de artistas con el fin de reunir dinero para su enfermedad . Las fotos lo archivaron con sus largas piernas atrofiadas y en una silla de ruedas (Octubre 5, 1989).

“Las tristezas del desierto van penetrando en mi alma…”

El  disco adquirido es original de Zuni (CD-Z-5085) y me devuelve  a Rafael Colón con un sonido de envidia y el acompañamiento de Luis Pérez y su orquesta.

El otro día me vi compelida a buscar entre mis papeles viejos y allí  me encontré con una fotocopia de la  biografía de Rafael Colón, del Fichero Artístico de Torres Tejeda.

Me llamó la atención, me puse a leerla y me sorprendí de que el llamado viniera a mí -hecho música y letra- justamente a una semana de un aniversario más de su muerte (7 de junio del 1991).

Lo tomé como una invitación a recordar a uno de los grandes -y no por su tamaño-, del bolero. No más alto, porque es dominicano y nosotros tendemos a olvidar las glorias ajenas.

Grandes son los homenajes que reciben otros que no cantaron nunca como él cantó, el que tocó guitarra, bongó, batería, que supo cantar como solista y también en trío, en cuarteto, en sexteto, acompañado de su guitarra o con una big band.

En los de HOY están las fotos de un par de reconocimientos a Rafael Colón en vida: uno de la Unidad Técnica de la Secretaría de Trabajo y ese del Jaragua, del que su luna nunca se ha ido “Luna sobre el Jaragua…”

Fueron muchas las orquestas a las que sumó su talento y su sensibilidad, tanto armónico como vocal (Hermanos Vásquez, San José, Presidente Trujillo, Johnny Ventura).

Con la leyenda Ventura, Rafael Colón grabó, a solicitud del primero, dos producciones musicales. Lo llamamos para confirmar esta información servida en la Web por el  melómano venezolano Álvaro Guillermo Carrillo.

Ventura nos confirmó la veracidad de la información y nos dijo que a su entender Colón “es una de las figuras más emblemáticas de la canción romántica de la República Dominicana. En lo personal siempre fui su admirador. Fue un hombre de un comportamiento ejemplar y una respetabilidad en la música dominicana”.

Esa afirmación me hizo recordar las lágrimas y el dolor que sintió Yaqui Núñez cuando supo la noticia de su muerte. Se abstrajo de la presencia de su asistente Lilian Medrano y de la mía, para lamentar su pena y luego nos enseñó con orgullo unas letras que  escribió de despedida, la que recibió música y voz esa misma noche en su programa Enhorabuena de parte de Cheo Zorrilla.

“Tu mereces más que un faro/ Colón de nuestra canción/ Eres el descubridor/ De un nuevo mundo de amor”.

Ahora me duele  no haberlo entrevistado, pero yo estudiaba periodismo cuando él murió. No pasé de verlo un par de veces en los estudios de televisión y recuerdo que también mi otro maestro, Huchi Lora, se sintió tocado por la muerte de La espiga de ébano y le escribió unas hermosas cuartetas:

“La lluvia entre pinares/ se escurría/ para tocar su frente con un beso/ y susurrarle alguna melodía”.

Algo que destacan tanto los musicólogos Antonio Sotolongo como Jaime Rico Salazar es el impacto continental de dos canciones del puertorriqueño Rafael Hernández (De qué te vale y Desvelo de amor).

A mí, Rafael Colón me produce una emoción muy distinta. Evoco a su ritmo, el país de la década del 40 al 60.  En ese espacio de tiempo en que mis padres eran jóvenes y en que los dominicanos sólo teníamos permiso para cantar cosas del corazón. No sé porque se me antoja, que una de mis canciones favoritas: Arenas del desierto, fue un ardid para el doctor Herrera Cabral y él pedir libertad:

“Y mi vida va pasando /cual arenas del desierto/ donde el sol solo acompaña/ sus delirios soberanos del mal”.

Zoom

Rafael Colón

Nació en Santiago de los Caballeros el 18 de mayo de 1918. Se inició en el canto con apenas 8 años, y su impacto inició con la fundación de la Voz del Yuna y su contratación como cantante de la Orquesta San José. Compuso varios boleros y puso melodías a muchos como Arenas del Desierto. Su  primer sencillo   fue Ven, de Manuel Sánchez Acosta.

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