Bolívar nos recuerda la integración pendiente

Bolívar nos recuerda la integración pendiente

Hoy, 17 de diciembre, se conmemora un año más de la muerte de Simón Bolívar, el Libertador de América, fundador de pueblos libres y quien, previsor y audaz, nos convocó a la unidad como única ruta hacia la grandeza y la prosperidad.

En varias ocasiones he dicho que si se hubiera sido consecuente con la convocatoria unionista de Bolívar en el Congreso Anfictiónico de Panamá, tan temprano como en 1826, la historia del continente, y del mundo, habría sido diferente; si no veamos: si nos hubiéramos unidos en aquel momento crucial de nuestra historia Argentina no habría perdido la soberanía sobre las islas Malvinas, América Central habría podido seguir siendo una misma entidad política sin soportar la bota extranjera; México no habría perdido más de la mitad de su territorio y Cuba y Puerto Rico no habrían permanecido bajo el yugo colonial hasta finales del siglo XIX para entonces sufrir una distorsión de su evolución histórica natural. Son solo unos ejemplos, entre múltiples.

No es que haya faltado clarividencia. Para justo reconocimiento y orgullo histórico hay que decir que prácticamente todos los hijos insignes de éste continente han fomentado, cada uno en el momento que les tocó vivir y luchar, la necesidad de vincular los propios objetivos del momento con la lucha por la unión de nuestras naciones como fin estratégico. Francisco de Miranda, el Precursor, fue un venezolano que antes que Bolívar también planteó la urgencia de la independencia y la meta unitaria. Después de Bolívar son igualmente muchos los que han señalado el camino inevitable. Bolívar es la referencia obligada. Ardiendo en ansia de gritar la libertad dijo el 4 de julio de 1811, un día antes de proclamar la independencia venezolana: “Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad suramericana: vacilar es perdernos”. Cuatro años más tarde, en su Carta de Jamaica, diría: “Yo deseo, más que otro alguno, ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riqueza que por su libertad y gloria…”.

Sesenta y tres años después de la muerte de Bolívar, José Martí, quien llamó a la “segunda independencia” americana, dijo: “Así está Bolívar en el cielo de América, vigilante y ceñudo, sentado aún en la roca de crear, con el inca al lado y el haz de banderas a los pies; así esta él, calzadas aún las botas de campaña, porque lo que él no dejó hecho, sin hacer está hasta hoy: porque Bolívar tiene que hacer en América todavía”.

Afortunadamente, hoy día parece que, finalmente, Nuestra América ha encontrado su camino unitario. Ciertamente la integración parece estar más firmemente visualizada en una gran parte de aquellas naciones de las que Martí dijo que “…sentado en el lomo del cóndor, regó el Gran Semí, por las naciones románticas del continente y por las islas dolorosas del mar, la semilla de la América Nueva”.

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