Bolivia trata de controlar su gas

Bolivia trata de controlar su gas

SAO PAULO (AP) _ Con aceleradas y frenadas, el presidente de Bolivia Evo Morales va llevando su país hacia la «nacionalización’’ de las segundas mayores reservas de gas de Sudamérica y se está esforzando en revivir la empresa estatal energética boliviana, por ahora poco más que un puñado de burócratas y unas pocas destartaladas estaciones de servicio.

El más reciente discurso del nuevo líder boliviano pareció de mal aguero para las compañías petroleras extranjeras, en el umbral de una renegociación de contratos para explotar y exportar el gas de Bolivia.

«Ya hay algunas conspiraciones de algunas transnacionales’’, dijo Morales en uno de sus más duros discursos desde que asumió el cargo el 22 de enero. Aseguró que tuvo reuniones con los mandos militares para preparar una respuesta y ratificó que colocará bajo el control del estado la explotación del petróleo y el gas.

Y como si eso no fuera advertencia suficiente, Morales dijo que enviaría a los bolivianos a las calles para defender los planes de su gobierno de obtener más ingresos para el país.

Los analistas estiman que Morales intentará modelar la industria energética de Bolivia como la de Venezuela, donde la mayoría de las firmas petroleras internacionales logran manejarse bajo un sistema dominado por el presidente Hugo Chávez.

«El control del estado con una participación extranjera es lo mejor que se va a conseguir en este momento en Sudamérica’’, dijo Riordan Roett, director del centro de estudios del Hemisferio Occidental de la Universidad Johns Hopkins.

Primero, el gobierno de Morales debe encontrar cientos de millones de dólares para convertir la empresa petrolera del estado en actor importante capaz de dirigir a las multinacionales que han explotado el gas de Bolivia desde mediados de los años 90, cuando hubo un proceso de privatización. Morales también quiere precios más altos para los dos principales clientes bolivianos, Argentina y Brasil, y más ingresos para destinar a los pobres de su país.

Morales no ha dado detalles sobre sus planes de nacionalización, pero en su primer día de gobierno firmó un acuerdo con Chávez para que Petróleos de Venezuela (PDVSA) ayude a explorar y explotar las reservas de gas bolivianas, así como resucitar Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB). PDVSA también abrió una oficina en La Paz.

Las empresas extranjeras que han invertido unos 3.500 millones de dólares en Bolivia desde los años de privatización están ahora rediseñando sus planes de negocios, con marcadas diferencias de estrategias.

Petróleo Brasileiro SA (PETROBRAS) promete nuevas inversiones en Bolivia y negociaciones para asegurarse que seguirá teniendo ganancias en el país que le abastece la mitad del gas natural que consume.

Pero la española-argentina Repsol YPF SA tomó la radical decisión de cortar en 25% sus propias estimaciones de reservas de gas y petróleo en la nación andina, debido a que las perspectivas de producción no son las más estables por causa de la incertidumbre política.

La compañía también congeló 480 millones de dólares que tenía destinados a aumentar su producción de gas en Bolivia.

Los analistas afirman que Repsol tuvo que tomar la medida para calmar los mercados porque su participación en Bolivia es de mucha mayor proporción, del total de sus reservas, que las de Petrobras o cualquier otro de los grandes inversionistas, como los grupos BG y BP de Gran Bretaña, Total de Francia y Exxon Mobil Corp.

Todas estas empresas podrían seguir algunas de esas medidas, dependiendo del resultado de las renegociaciones de los contratos, proceso que puede extenderse hasta junio.

Otra docena de empresas extranjeras también trabaja en la exploración de crudo y gas en Bolivia, incluso las estadounidenses Baker Hughes Inc., Schlumberger Ltd. y Halliburton Co.

Todas están a la espera de lo que Morales haga, dijo Pietro Pitts, editor LatinPetroleum.com, en Venezuela.

De Bolivia «nadie se fue hasta ahora, pero si el gobierno es demasiado agresivo e intenta ser muy ambicioso puede asustar a esta gente’’ de las petroleras, agregó.

El vicepresidente boliviano Alvaro García Linera, un ex guerrillero, parece no dar marcha atrás.

«Es necesaria la movilización contra aquellos que quieren hacernos daño, porque las compañías petroleras, los gringos, nos van a presionar’’, dijo recientemente García Linera, con Morales a su lado, hablando frente a líderes sindicales rurales.

Petrobras tiene dos refinerías con el 95% de la capacidad de refinación de Bolivia y gana mucha publicidad de sus estaciones de servicio, de limpieza impecable y reluciente pintura, esparcidas desde las alturas andinas hasta las planicies.

Las estaciones de Petrobras se destacan sobre la docena de pequeñas y pobres que YPFB consiguió de favores a políticos desde la privatización. Una de las pocas señales de actividad de YPFB es un viejo galpón en La Paz donde los trabajadores llenan botellones con gas para cocinar.

El presidente de YPFB, el geólogo petrolero Jorge Alvarado, planea comenzar a operar las estaciones de gas con 10 millones de dólares de un préstamo de Venezuela y quiere comprar las refinerías de Petrobras.

Pero antes YPFB debe convertirse en una auténtica empresa petrolera del estado como la venezolana PDVSA, capaz de supervisar toda la cadena de producción petrolera. Eso podría llevar dos años, dijo Alvarado. Por el momento, la empresa es básicamente un puñado de burócratas sin experiencia técnica. Algunas de las partes de su página en la internet están en construcción, al igual que las operaciones de la empresa.

Alvarado dijo que Bolivia podría buscar otros respaldos financieros si los poseedores de los contratos no están interesados. Además de Petrobras y PDVSA, los gobiernos de Rusia, India y China han manifestado interés en asociarse, dijo Alvarado.

Al final, aseguró Alvarado, el objetivo es hacer negocios sólo «con compañías que quieran tener una sociedad con nosotros, siempre recordando que la propiedad de los hidrocarburos pertenece al estado boliviano’’.

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