Nueva York.EFE. Las bolsas de todo el mundo recibieron ayer con gran entusiasmo el despliegue de medios por parte de Washington para combatir el huracán en que se ha convertido la crisis financiera durante esta semana.
El propio secretario del Tesoro Henry Paulson evaluó el viernes en «centenares de miles de millones» de dólares el costo de la toma de control de los activos dudosos de los bancos estadounidenses, cifra que nadie parece discutir.
Wall Street llegó a subir el 4,2 por ciento al conocer que Washington decidió tomar las riendas y hacer todo lo posible para paliar los efectos de la crisis.
De esta forma, la mayor plaza financiera del mundo cierra con una sonrisa una semana destructiva para muchos, esperanzadora para otros y de infarto para todos. Las bolsas europeas también reaccionaron hoy con subidas sin precedentes a las medidas anunciadas por las autoridades estadounidenses.
Al cierre, Londres ganó un 8,8 por ciento, Fráncfort subió un 5,6 por ciento, París mejoró un 9,3 por ciento y Madrid lo hizo un 8,7 por ciento. Los inversores desayunaron el lunes con la impactante noticia de que Lehman Brothers suspendía pagos y de que Merrill Lynch corría a los brazos de Bank of America para evitar algo parecido y sacrificando así una independencia de la que han hecho gala los mayores bancos de inversión de Wall Street durante décadas. Con ese comienzo era previsible una dura jornada bursátil, que se saldó con la mayor caída desde la registrada el 17 de septiembre de 2001, cuando se reanudó la actividad en Wall Street tras los atentados del 11-S.
Uno de los aspectos que más impresionó a los inversores fue la constatación de que la Reserva Federal, el banco central estadounidense, y el Departamento del Tesoro habían decidido dejar morir a Lehman Brothers.
Esa actitud contrastó con el respaldo de la venta de Bear Stearns a JP Morgan Chase en marzo pasado.
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Plan de rescate
Anuncio de Bush
Un «significativo» monto del dinero proveniente de los impuestos será usado para rescatar al sistema financiero estadounidense en crisis, dijo el presidente George W. Bush. «Esta decisión implica un riesgo», admitió. Pero «esperamos que este dinero cumpla el objetivo» propuesto, dijo Bush, que en consecuencia pidió confianza a los estadounidenses.