En estos meses hemos visto cómo el Presidente de los Estados Unidos de América, USA, y el de Corea del Norte, CN, en una especie de duelo verbal se han amenazado con iniciar una guerra que no sabríamos cómo terminaría; aunque sabemos que las consecuencias serían devastadoras. Esto ha crispado a todo el mundo, especialmente en el lejano oriente. Afortunadamente, ambos líderes son más cuerdos de lo que manifiestan y el tema se ha quedado en las palabras, sin embargo, Kim Jong Un de CN ha dado pasos muy riesgosos, lanzando misiles sobre territorio japonés, con el peligro subsiguiente. Aunque Japón no tiene armas nucleares, sí tiene un acuerdo de defensa sólido con los USA.
La bomba atómica es una enorme arma de destrucción masiva, no solo por los daños inmediatos que causa al explotar, sino además por las radiaciones que deja en suelo y aire, las que cobrarían víctimas mucho después. Para entenderlo veamos las ideas fundamentales que dieron lugar a esta temible arma.
En 1867 nació en Varsovia, Reino de Polonia, entonces parte del Imperio Rusia, Maria Salomea Sklodowska, quien después de estudiar en su ciudad natal, a los 24 años acompañó a su hermana Bronislawa a estudiar en París, donde conoció a su marido Pierre Curie. Maria comenzó a hacer experimentos con materiales radioactivos descubriendo el polonio y radio, de este último viene el nombre de radioactividad que ella acuñó al desarrollar la teoría de radioactividad. En 1903 ganó el premio Nobel de Física conjuntamente con su marido y Becquerel, primera mujer, y en 1911 el de Química. Su vida es rica en contribuciones científicas y prácticas.
En el universo existen cuatro fuerzas, a saber: gravedad, electromagnética, débil y fuerte. La fuerza de la gravedad es bien conocida, la electromagnética medianamente, las débil y fuerte, menos, porque tienen que ver con el átomo y solo quienes se interesan en el mundo atómico saben de qué se trata. La débil es la responsable de radioactividad que juega un papel fundamental en la formación de elementos en las estrellas, también al comienzo del universo. La fuerza fuerte es la que mantiene los núcleos de los neutrones y protones de los átomos unidos, es la mayor fuerza que existe en la naturaleza.
Para 1933, se habían realizado experimentos con las cuatro fuerzas, en el orden citado antes. Se sabía que el núcleo de los átomos podía romperse y lo habían hecho. Pero fue Leó Szilárd de origen Austrohúngaro, quien inventó la reacción en cadena y patentó la idea del primer reactor nuclear sencillo. Trató de conseguir una reacción nuclear en 1936 y no la logró, no obstante, junto con Enrico Fermi descubrieron que el uranio tenía muchos núcleos y que era factible. En 1942 Fermi construyó, en la Universidad de Chicago, la primera reacción nuclear en cadena sostenible.
Una reacción nuclear sostenible significa la rotura descontrolada de los núcleos del material fisionable, la cual no para mientras haya material. Al romper los núcleos se liberan las fuerzas fuertes de esos núcleos. Por lo que se marra, vemos que el “jueguito” inquieta a cualquiera, pues se trata de las fuerzas más grandes de la naturaleza. Además, la cosa no se detiene ahí, sino que cada contrincante cuenta con más de una bomba y que se han fabricado bombas de hidrógeno mucho más poderosas que las derivadas de uranio.
Las “bombitas” que terminaron la guerra entre los aliados y Japón tenían un poder de 20 kilotones, el decir, veinte mil toneladas de dinamita. Hoy se consideran anticuadas, han sido substituidas por otras muchísimo más poderosas.
Ese panorama aterrador no puede darse, afortunadamente el presidente Trump está proponiendo conversaciones entre ambos países y según se dice extraoficialmente ya han tenido lugar algunos contactos. Si el problema se resuelve con ayuda mucho mejor que bombas.