Bombardeo obispal para alertar al gobierno

Bombardeo obispal para alertar al gobierno

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Uno siempre se imaginaba la festividad de Nuestra Señora de la Altagracia como la más adecuada para, en reverente veneración a la Madre de Dios, uno encontrarse consigo mismo y reafirmar los propósitos de ayudar al prójimo, siendo personas más comunitarias para ayudar a la comunidad en sus afanes de superación y de convivencia. Sin embargo, como es ya costumbre ocasional, desde aquella Carta Pastoral de enero de 1960, que estremeció al régimen de Trujillo, cuando tan solo eran cinco diócesis, hasta el pasado viernes 21, no se había leído o escuchado tan recio ataque a la violencia y a todos los dominicanos para que enderecen el rumbo y reflexionen del camino escogido.

Es que el camino escogido, por muchos de los dominicanos, es el buscar el bienestar personal, como lo demanda la sociedad, atropellando y aplastando a los demás, no importa los medios para lograrlo, que van desde las finas evasiones de impuestos o contrabandos aduanales, hasta el auge e incremento de la droga, pasando naturalmente de como miles de dominicanas venden las delicias de sus cuerpos en playas extranjeras, mientras sus compañeros se pasan el día, o jugando dominó, bebiendo ron o pendenciando a las que no se han ido de sus lejanos pueblos sureños.

Era el propósito de los obispos en su carta pastoral, y luego, en sus homilías en el día de la Virgen, presentar algo contundente, así como lo hizo la representación del AID, de manera que fuera un ataque directo, como se dice, a la Santa Bárbara del gobierno, de forma que se sacuda de su característica de buena gente y se decida ajustarse los pantalones para enfrentar con valor y decisión el desmoronamiento del país, alarmado y atrapado en una ola de violencia inimaginable; se podría decir que es el patrón común actual en casi todos los países de América.

Los obispos, en sus homilías altagracianas, reclamaron lo que ya habían escrito en su pastoral, donde fue soslayado el objetivo principal de destacar los beneficios de la Eucaristía. Lo dicho manifiesta la honda preocupación de como los hijos de la Iglesia se van desviando hacia la conquista del dinero, no importando los medios para alcanzarlo; se procura la satisfacción hedonista de la sociedad globalizada, en que un simple click de un computador, nos pone al día de lo que ocurre en todos los ámbitos mundiales, aparte de las conexiones con las redes sofisticadas del delito.

El Gobierno del PLD, hasta la fecha, ha estado de luna de miel con el pueblo, pero le falta de dinamismo y de fortaleza para enfrentar con decisión y coraje a los corruptos. Estos se ríen de como un nuevo código procesal penal le alivia las amenazas de prisión y hasta de persecución; todos creemos que las autoridades están desbordadas por el delito, pese al anuncio del aporte de $24 millones de dólares para modernizar y equipar a la policía. Pero esa policía permanece sin ser depurada; ya nadie se acuerda del escándalo de los vehículos robados que usufructuaban descaradamente altos oficiales policiales. Se presume que los vehículos devueltos no son ni el 50% de los que todavía son disfrutados por algunos oficiales. Incluso se conoce de que cuando alguien va a denunciar a un cuartel un robo de joyas, se topa con que un alto oficial está usando el reloj de oro o el guillo que fuera sustraído en su vivienda.

El esfuerzo de los obispos católicos, no puede caer en el vacío. No es un ejercicio más de retórica y de buenas intenciones, el gobierno deberá darse cuenta que no son solo los éxitos logrados en el campo de la economía que frenaron la caída del país hacia la ruina, sino que hay aspectos sociales y comunitarios más importantes, que son los indispensables para hacer permanentes los éxitos económicos con una tasa de cambio que descendió abruptamente y el país alcanzó un crecimiento en los meses finales del 2004, elevándose

el PIB a casi un 2%, cuando todas predicciones apuntaban hacia un valor negativo y la inflación ha sido controlada pese a lo costoso de varios artículos de primera necesidad, ya sea por escasez o especulación.

El gobierno debe copiar de lo que ha hecho el mejicano, de enviar tropas del ejército a patrullar y controlar la delincuencia en algunas ciudades norteñas de ese país, fruto del auge de las drogas; la policía está indefensa y sin recursos para enfrentar a los narcotraficantes armados con armas más potentes y recursos económicos y logísticos enormes, proporcionados por el dinero proveniente de un mercado de tantos consumidores como el norteamericano, con demanda creciente. Los narcotraficantes no se atemorizan de la represión que pueda afectarlos, ya que los beneficios son muy grandes, y en países como el nuestro, enfrentan a autoridades, que si no están permeadas por los narcos, son tímidas a la hora de utilizar la fuerza que les otorgan las leyes y la Constitución, ya que se trata de proteger las libertades y la soberanía.

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